En Les Corts
Una escuela de Barcelona trata de salvar su patio con un acuerdo ‘in extremis’
Con la cesión del terreno a punto de vencer, el ayuntamiento y un colegio de educación especial ultiman un pacto para mantener la pista a cambio de abrirla a entidades y vecinos
Jordi Ribalaygue
Periodista
Periodista especializado en información local de Barcelona y el área metropolitana. Ha trabajado en El Mundo, EFE, Público, Ara, Tot Barcelona y medios locales de Sant Adrià de Besòs y Badalona. Ha colaborado en la redacción del libro 'Objectiu Venus', sobre el barrio de La Mina.
Un esperpento iba a perpetrarse en el patio de la escuela Paideia, en Barcelona. Un enredo burocrático amenazaba con forzar al centro, situado en el distrito de Les Corts, a tener que desmantelar 387 metros cuadrados de pista deportiva para devolver momentáneamente un solar expedito al ayuntamiento. El fin de tal incomprensible operación ceñida a la rigidez de la norma era tan solo modificar la calificación de zona verde con la que se etiqueta al terreno por el uso que, en realidad, se le da desde que el consistorio lo concedió a precario, la de equipamiento educativo. Un mero papeleo, vamos.
Con la cesión otorgada por ocho años a punto de expirar, el requisito para prolongar la adjudicación del trozo de patio se ajustaba con exactitud a la definición de insensatez. Nadie lo ha dudado que lo fuera, ni siquiera en el gobierno municipal, tampoco en la oposición ni, por supuesto, en las familias que congrega el colegio, que atiende a unos 180 alumnos con discapacidad de 4 a 21 años. Pese a compartir que había que buscar remedio al sinsentido de destrozar una cancha en la que una sesentena de escolares entrenan a hockey, se han alargado durante meses las negociaciones para alcanzar un acuerdo que, por otro lado, ni se ha plasmado aún por escrito ni las familias han refrendado todavía. Y eso que el plazo por el que el consistorio donó la parcela ocupada por medio patio vence el 9 de abril, de aquí a nada.
“Hay buena voluntad, pero este debería haber sido el planteamiento desde el principio, no al final de la cesión y después de que se creara una sensación que no ha gustado nada a las familias”, siente la directora de la Paideia, Maribel Madrid. Tras varias idas y venidas, la propuesta que se explora para resolver el entuerto sin quebrantar la ley pasa porque toda la zona de recreo sea accesible fuera del horario lectivo mientras se tramita la recalificación. Se planteó instalar una reja corredera a lo largo del trecho de patio afectado, pero se ha acabado optando por compartir el uso entero de la explanada para no partir la cancha.
Matices al borrador
En todo caso, la dirección y la asociación de familias de la Paideia han incorporado matices a la propuesta del ayuntamiento. La escuela era reticente a que el patio estuviera abierto los días laborables sin restricción y ha abogado por limitarlo a entidades que soliciten emplear la pista en un horario prefijado. “No podemos arriesgarnos a que, por la mañana y al empezar las clases, el patio está sucio con cigarros, botellas o excrementos de perro”, justifica Madrid.
El consistorio ha aceptado incorporar las enmiendas del colegio al borrador del convenio, para que sea el centro quien autorice el acceso de lunes a viernes a las entidades que admita tras acabar las actividades extraescolares, pasadas las 18.30 horas. A su vez, sí se prevé permitir la libre entrada a los vecinos los sábados y domingos desde que se inaugure el futuro parque de la antigua Colònia Castells, en el solar adyacente al colegio y ahora en plena construcción. Eso sí, se requiere al consistorio para que costee la vigilancia y el mantenimiento de la instalación durante los fines de semana.
Aparte, la escuela discrepaba por que el convenio de cesión de uso del patio para compartirlo con el ayuntamiento se pudiera alargar durante cuatro años. Se supone que la recalificación y el retorno íntegro de la pista al colegio no se demorarán más allá de año y medio. La divergencia se ha salvado pactando un acuerdo por dos años, “con tiempo suficiente para que hagan la recalificación”, blande Madrid, y prorrogable por dos más con previo consentimiento de la escuela.
No se concreta si el patio seguirá siendo compartido y abierto al barrio una vez que se corrija la calificación del espacio y la escuela lo posea ya en su integridad. “Cuando sea nuestro, lo negociaremos. Si funciona, no habrá inconveniente. Lo que nos interesa es que las instalaciones se cuiden, porque nos ha costado mucho conseguirlas y construirlas”, indica la directora.
Falta ahora que el ayuntamiento entregue el documento final con todas las demandas del colegio incluidas para que las familias lo avalen antes de sellarlo. No se estima que ocurra hasta después de Semana Santa. Se ha apurado tanto el margen que el límite del 9 de abril se sobrepasará, con lo que llegará el momento temido en que la escuela se encontrará con que, sobre el papel, parte del patio no le pertenece.
Sin embargo, todos los partidos avalaron este mes en el distrito de Les Corts las bases de la entente que se ultima con el centro, lo que ofrece garantías de que no topará con que se le impide seguir disfrutando de parte de sus propias instalaciones, lo que resultaría ya el súmmum del despropósito. “Podremos seguir usándolas, aunque sea como okupas… Nos preocupaba y lo comentamos con abogados. Nos dijeron que el problema es del ayuntamiento, que tendría que haberlo resuelto antes”, remacha Madrid.
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