Mascotas

La odisea de alquilar un piso en Barcelona con un perro o un gato: "No había negociación posible"

Solo un 6% de los anuncios de pisos en alquiler en Barcelona aceptan mascotas, según un estudio de Fotocasa y Fundación Affinity

gats

gats / LAURA GUERRERO

Blanca López Fiñaga

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Barcelona no es amable con los valientes que buscan piso de alquiler, un mercado con una oferta limitada y mucha demanda permanente. Menos aún con los que desean vivir solos, dados los precios actuales y filtros como los seguros de impago. Pero si a esta coyuntura se añade que el aspirante a inquilino tiene un animal de compañía, encontrar vivienda en la capital catalana se convierte en una auténtica hazaña. Incluso lograr una habitación en un piso compartido es mucho más difícil con un perro o un gato por las reticencias del titular.

“En las pocas opciones que me encajaban por nómina me ponían excusas por el gato: alergias, riesgo de desperfectos en el mobiliario, higiene…”, relata Carolina, una educadora social de 28 años que tiene un gato, Simba. “Incluso me preguntaron si al gato se le caía el pelo… No había negociación posible, era un ‘no’ de entrada”, explica. Tras un año de búsqueda de pisos y luego de habitaciones, desistió y se fue a vivir al piso de su abuela.

Barcelona 20.02.2023 Report para ilustrar la dificultad de encontrar piso de alquiler con mascotas. Foto Laura Guerrero

La dificultad de encontrar piso de alquiler con mascotas. Foto Laura Guerrero / Laura Guerrero

La familia de Marta, de 51 años, fue más afortunada, aunque la búsqueda de alquiler tampoco fue un camino de rosas. Gestora de cuentas en un laboratorio farmacéutico, vivía con su marido, sus tres hijos y dos perritas Schnauzer miniatura en Terrassa. Por logística y trabajo decidieron mudarse a Barcelona ciudad: pusieron su piso de propiedad en alquiler y buscaron un bajo o un apartamento con una terraza amplia por Sarrià-Sant Gervasi.

Prescindían de si el anuncio mencionaba animales de compañía, cuenta Marta, y solo lo comunicaban en el último contacto: “Pasábamos olímpicamente de si aceptaban mascotas o no, ya lo comentábamos en la entrevista”. “Aunque la mayoría se echaban atrás al saber de nuestras tres perritas, en dos casos aceptaban si pagábamos dos cuotas más de fianza por posibles desperfectos”, prosigue.

Tras siete meses acumulando cantidad de negativas, tuvieron la suerte de dar con la propietaria de un edificio en Tres Torres que siente tal devoción por los animales que ha alquilado casi todo el edificio a familias con mascotas. “Estuvimos a punto de acceder a pagar un extra cuando dimos con el piso de Tres Torres”, concluye. Un final feliz al alcance de pocos.

Anuncios escasos, el primer filtro

Según un estudio de Fotocasa en colaboración con Fundación Affinity, solamente un 6% de los anuncios de pisos en alquiler en Barcelona provincia permiten gatos o perros, lo que excluye al 44% de familias españolas que conviven con estos animales.  

La misma situación en la capital se verifica rápidamente con dos clics. Con una búsqueda rápida en Fotocasa de alquileres en Barcelona ciudad aparecen 4.045 anuncios. Al filtrar por aquellos que permiten mascotas, la cifra desciende a 341. Muy pocos pisos bajan de los 2.000 euros mensuales de alquiler. Solo 30 rozan los 1.000, un gasto ya inabarcable para la miles de personas que quieren vivir solas. El resultado es muy similar en otros portales inmobiliarios.

El casting del inquilino ideal

Que un porcentaje tan alto (un 94%) de anuncios ya rechacen de primeras aceptar mascotas es muy significativo porque te habla de una barrera muy inicial, y esto conlleva que estas personas que conviven con animales no tengan las mismas oportunidades que los demás de vivir en la zona o el piso que les guste”, incide Laura Rodríguez, Responsable de Comunicación de Fundación Affinity, que difunde los beneficios del vínculo entre personas, gatos y perros. Por su parte, María Martín, Directora de Estudios y Portavoz de Fotocasa, agrega que la dificultad se incrementa, sobre todo, porque debido a ese desequilibrio entre oferta y demanda, “los propietarios están haciendo prácticamente un casting para encontrar al inquilino ideal, descartando en el proceso aquellos perfiles que tienen mascotas”.

Cabe destacar, no obstante, que ese 6% de pisos que aceptan gatos y perros no contempla posteriores acuerdos a los que puedan llegar ambas partes, puesto que en ocasiones, un propietario en principio reacio puede dar su brazo a torcer si se dan las condiciones adecuadas. Según Ana Romero, Directora Comercial Departamento de Alquiler de la Cambra de Propietaris de Barcelona, “aunque la mayoría de contratos traen esa cláusula por defecto, a veces, si el inquilino se pone en contacto con el propietario y le da garantías, existe cierta flexibilidad”. Es difícil, cuenta, porque “el animal se asocia a desperfectos y a incomodidad en la comunidad de vecinos”. 

En Fundación Affinity defienden que esta creencia popular es prueba irrefutable de los prejuicios a los que se enfrentan estas familias a la hora de acceder al alquiler: “¿Por qué excluimos de entrada a las personas que conviven con animales? ¿Qué nos lleva a pensar que estas familias nos van a traer más problemas que otras? Precisamente por esa dificultad de acceso a la vivienda —señala Rodríguez—, suelen ser inquilinos que quieren tener una relación a largo plazo con el propietario del inmueble”.

Tanto desde Fotocasa como desde la Cambra de Propietaris de Barcelona insisten en que los inquilinos no deben rendirse. El problema radica, en parte, en el desconocimiento, según señala Martín: “No está arraigado en ninguna de las partes, por ejemplo, que el inquilino aporte un seguro que cubra desperfectos. Es una manera de mostrar confianza y aportar tranquilidad, pero no se llega a esta conversación”.

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