Problema social

SOS por la falta de pisos pequeños de alquiler (legales y asequibles) en Barcelona

Miles de ciudadanos buscan hogares de menos de 800 euros, casi inexistentes, y se ven abocados a compartir vivienda. El parque local apenas tiene inmuebles con una o dos estancias, pese a la enorme demanda unipersonal

Un 'loft' sin cédula en el centro de Barcelona.

Un 'loft' sin cédula en el centro de Barcelona. / El Periódico

Patricia Castán

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"¿Tienes algún piso en alquiler de hasta 800 euros?" es una de las frases que más resuenan en las agencias inmobiliarias de Barcelona. Un deseo que se estrella ante la realidad del mercado inmobiliario inaccesible para muchas personas que aspiran a vivir solas en un momento determinado de su vida. La mayoría se apañaría con un 'loft' de un ambiente o un pisito de una habitación, pero según el último censo del parque local de viviendas, la ciudad cuenta con menos de un 2% de inmuebles de una sola estancia y apenas un 6% de dos, con una disponibilidad mínima en el mercado de alquiler. La alternativa para los que no llegan a algo mayor es optar por compartir vivienda, un fenómeno creciente en la ciudad. La solución, según el sector, pasaría por flexibilizar los requisitos necesarios para convertir miles de espacios actualmente en desuso en pequeñas viviendas unipersonales o para parejas.

Según datos de la Encuesta sociodemográfica de Barcelona (2020) las viviendas de la ciudad tienen una media de 4,15 estancias incluyendo salones y comedores en caso de estar estos separados. La última radiografía por volumen de viviendas de cada tipo corresponde al último censo de inmuebles (2011), publicado en portal municipal en base a datos del INE. Analizan los 684.000 pisos de uso principal (sin contar los vacíos o secundarios) de la capital catalana. Es llamativo que solo aparezcan 12.619 de una estancia (los superan las de siete) y 42.662 de dos. Solo figuran 8.649 de menos de 30 metros cuadrados con uso residencial consolidado, dado que la cédula de habitabilidad exige desde hace tiempo en Catalunya más de 36 metros cuadrados. Por contra, son mayoría los inmuebles de tres a cinco cuartos.

El director de Relaciones Institucionales del Col·legi d’Agents de la Propietat Immobiliària de Barcelona (COAPI), Juan José Aguilera, subraya que en torno a un 80% de quienes visitan muchas agencias o buscan por otras vías demandan arrendamientos por debajo de 800 euros, "que ya no hay". El resto solicita pisos que sí existen en el mercado, pero en una proporción de ocho peticiones por cada unidad disponible, calcula. La búsqueda de vivienda tropieza con un precio medio de mercado de 1.066 euros (tirando bajo, ya que el dato es sobre fianzas depositadas firmadas en el tercer trimestre de 2022 y no incluye la última evolución ni los posibles contratos privados) que es especialmente problemática para las personas que aspiran a vivir solas por sus circunstancias personales. Sean jóvenes emancipados o separados/as, o personas mayores que ya no necesitan un piso grande.

La misma idea expresa Emiliano Bermúdez, subdirector general de Don Piso, quien insiste en que la única solución para frenar el precio de los alquileres es liberar oferta que conduzca al equilibrio. O bien se construye con colaboración público-privada, o bien se facilita el cambio de uso de mucho techo infrautilizado en la ciudad, relata. "Por nuestras oficinas entra una gran cantidad de personas preguntando por alquileres más bajos de la oferta actual". Pero hay pocos inmuebles y disputados.

Según datos de un informe de Idealista del pasado otoño, solo un 1% de los alquileres de Barcelona anunciados en su portal estaban por debajo de los 750 euros. Incluso solo un 13% se ofertaban a menos de mil euros, pese a que un año antes representaban la mitad. Los primeros, son casos son viviendas muy pequeñas o en ubicaciones alejadas del centro. Y es justo una de las principales demandas para quienes integran un hogar unipersonal y tienen unos recursos ajustados.

Locales cerrados y congelados

Como informó este diario el pasado octubre, la complejidad de obtener la cédula de habitabilidad (por dimensiones y requisitos específicos que el sector cuestiona en la actualidad) mantiene fuera del mercado a más de 16.000 de antiguos locales comerciales o almacenes actualmente cerrados. De ellos 6.000 están en zonas de desertización comercial severa. Muchos serían susceptibles de una adecuación y nuevo uso, como ha reivindicado reiteradamente Col·legi d'Administradors de Finques de Barcelona y el de API, ergo o no cumplen con algún requisito para la cédula (por ejemplo la ubicación del lavabo) o a los criterios de densidad que exige el ayuntamiento y no pueden obtener el cambio de uso. De ese modo, "se ha criminalizado no tener cédula cuando muchas veces son espacios útiles y dignos", apunta Bermúdez. Otro tanto se podría hacer con antiguas porterías de planta baja o ático. De ese modo, o languidecen o se convierten en 'lofts' sin regularizar.

Aguilera subraya que la única vía para evitar que proliferen infraviviendas (en ocasiones espacios sin buenas condiciones, que solo se maquillan y habilitan para su alquiler como estudios) es reformular la normativa y legalizar más oferta, pero garantizando la calidad. Los criterios de densidad de las fincas son una de las trabas, que el sector ve con escepticismo porque luego ninguna administración controla la ocupación adecuada de los pisos convencionales, donde pueden acabar conviviendo muchas personas en 70 metros cuadrados, por encima de lo que autoriza su cédula.

Madrid es el ejemplo opuesto, donde miles de personas viven en estudios de más de 20, 25 o 30 metros cuadrados rehabilitados como minipisos, que se están alquilando desde 550 euros, al precio de una habitación en un piso compartido. Allí la manga ha sido demasiado ancha en los bajos, con riesgo de afectación al comercio. Pero incluso el presidente de Barcelona Comerç, Pròsper Puig, asume que muchos barrios de Barcelona están llenos de locales sin uso "que nunca volverán a tener actividad comercial" y serían viviendas idóneas por su accesibilidad para personas mayores solas, avalando ese cambio de uso. En algunos casos otros abiertos pero aislados y que sobreviven precariamente se podrían trasladar con ayudas a calles más activas, agrega.

Tanto el Sindicat de Llogateres, como el ayuntamiento defienden la normativa vigente para exigir calidad y evitar potenciales zulos. Actualmente el consistorio permite un goteo de cambio de usos, como ya avanzó este diario, pero muy por debajo de la potencial oferta.

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