En el centro de la ciudad
El infortunio de un bloque de Sant Adrià: tres incendios en medio año y la fachada abrasada
La quema de unos contenedores causa daños en un edificio que lleva meses sufriendo los efectos de unos incendios presuntamente intencionados
Jordi Ribalaygue
Periodista
Periodista especializado en información local de Barcelona y el área metropolitana. Ha trabajado en El Mundo, EFE, Público, Ara, Tot Barcelona y medios locales de Sant Adrià de Besòs y Badalona. Ha colaborado en la redacción del libro 'Objectiu Venus', sobre el barrio de La Mina.
“Ha sido infernal. Mi persiana estaba ardiendo. No sé cómo no han petado todos los cristales del bloque”. Fina enseña las plantas chamuscadas y las persianas destrozadas en su piso, afectado por el fuego que se ha desatado esta pasada madrugada delante de un bloque en pleno centro de Sant Adrià de Besòs. Está justo enfrente del ayuntamiento y resulta fácil identificarlo: buena parte de la fachada ha quedado ennegrecida tras arder la fila de contenedores situada junto al inmueble. No ha habido que lamentar daños personales, pero inquieta a los vecinos que sea la tercera vez en medio año que se llevan un susto porque los depósitos de basura son devorados por las llamas.
La comunidad de vecinos ha presentado denuncia y los Mossos d’Esquadra investigan el enésimo incidente que los amarga en poco tiempo. Tanta reincidencia hace suponer que es improbable que se trate de una casualidad. Corre el runrún de que un pirómano la ha tomado con la zona.
Alimentan la sospecha varios episodios similares ocurridos en las calles cercanas de Badalona, donde días atrás se anunció la detención del supuesto responsable. Además, unos cañaverales ardieron la semana pasada en tres puntos distintos del río Besòs, a cuatro pasos del inmueble castigado por los efectos de las llamas este viernes. En todo caso, puede que poner rostro al supuesto autor no resulte sencillo: las cámaras de seguridad del ayuntamiento que dan a la calle donde se ha registrado el incendio no funcionan, aseguran fuentes municipales consultadas.
Los siniestros anteriores provocaron algunos daños más bien menores en la finca, pero esta vez se ha saldado con algunos cristales reventados y balcones carbonizados. Además, la señal telefónica y la conexión de wifi han quedado inutilizadas en el bloque. A resultas del contratiempo, la oficina bancaria de los bajos no ha abierto esta mañana. Al mediodía, un perito examinaba los destrozos causados por la columna de fuego y humo, que ha adquirido tal altura que los estropicios se extienden desde los bajos hasta la quinta planta.
El olor a quemado seguía impregnando la escalera horas después de extinguirse las llamas. No era el único rastro que el fuego ha dejado tras de sí. Fina restriega un mueble con la mano y levanta la palma, manchada de hollín. “Vivo en el tercero y, aunque hemos cerrado todas las ventanas, la casa está llena de polvo. Y las plantas… ¡las tenía que enamoraban y están todas para tirarlas!”, se lamenta. El ruido de las baldosas que caían al vacío arrancadas por el fuego la ha despertado. “Hacía tanto calor que las persianas se han plegado. Esta vez ha sido demasiado. No sé quién lo habrá hecho, pero tienen que haber echado un acelerante”, sospecha la mujer, convencida de que se ha rozado la tragedia.
"Otra vez igual"
Una imagen pavorosa ha desperezado de golpe a Socorro, que vive en el primero. “Me he girado en la cama y he visto las llamas. ¡Otra vez igual!”, refunfuña la mujer. Vive en el primero y se declara harta de tener que arremangarse para poner remedio a los desperfectos de nuevo. “Compré un tendedero y plantas porque la otra vez también se quemaron… No ha servido para nada. Tengo 64 años y me pone enferma tener que limpiar otra vez”, expresa, agotada.
Varios vecinos ruegan que los contenedores se cambien de ubicación para no seguir en vilo por si se les vuelve a calar fuego. Fuentes municipales aseguran que los depósitos se trasladarán en breve a la plaza situada frente al ambulatorio, en la misma calle. “Hace tiempo que hice un escrito al ayuntamiento pidiendo que los movieran, pero no nos hicieron caso”, protesta José, desconcertado porque los reiterados siniestros se produzcan casi a las puertas del ayuntamiento de Sant Adrià. Supone que el lugar debería ser más seguro. “¿Qué hace la policía? No hay control ni vigilancia y hay mucha dejadez”, siente.
En el gobierno municipal se declaran contrariados. Destacan que los cuerpos de seguridad andan detrás del asunto. "Pero no podemos tener un policía en cada punto", resuelven.
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