Retrato robot del barrendero de Barcelona

El trabajador tipo es un hombre de mediana edad con una década de experiencia en limpieza urbana

Barrendero

Barrendero / Elisenda Pons

Meritxell M. Pauné

Meritxell M. Pauné

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¿Quién limpia las calles de Barcelona? Las noticias sobre la suciedad y los residuos en la ciudad no suelen poner cara a un servicio que depende en gran medida del factor humano. La capital catalana tiene unas 4.400 personas al cargo de la limpieza de la vía pública en todas sus facetas, a través de las cuatro empresas que se adjudicaron el millonario contrato para los próximos 10 años. Del total de la plantilla, unos 2.100 empleados trabajan cada día simultáneamente adecentando la ciudad y ponen rostro a un peliagudo debate.

El perfil del barrendero tipo es el de un hombre de mediana edad, que lleva algo más de una década en este empleo. La nueva adjudicación quiere potenciar la presencia de mujeres, pero la realidad a día de hoy es que los barrenderos y demás trabajadores del servicio son muy mayoritariamente hombres. Hasta el 73% de la plantilla es masculina, frente a un modesto 27% de puestos ocupados por mujeres. Además, su distribución no es homogénea: en el turno de mañana suponen un tercio del personal (34%), mientras que por la tarde solo suponen el 23%. La noche es aún menos femenina: solo el 15% del turno son mujeres.

El gobierno de Ada Colau reconoce la escasa paridad de género en este servicio público, al que destina la partida más cara del presupuesto de Barcelona. No solo se trata de cuántas mujeres, sino también de su sueldo: al copar los puestos matinales, la media salarial femenina es más baja que la masculina porque se quedan sin pluses de nocturnidad. Fuentes municipales atribuyen esta brecha salarial a las dificultades de conciliación: “Muestra lo que pasa en la sociedad, donde la mujer tiene mayores dificultades para conciliar trabajo y familia”.

Para recortar distancias, el consistorio defiende que ya está trabajando con las empresas diferentes medidas de promoción interna. Plantea, por ejemplo, fomentar que se saquen el carnet para conducir vehículos de gran tonelaje y que se presenten a vacantes en categorías profesionales superiores a la que ocupan. “Hoy en día ya no es una excepción ver mujeres conduciendo grandes camiones de la basura, aunque aún queda camino por recorrer”, apuntan las mismas fuentes.

Cuarentón y veterano

La media de edad y la antigüedad completan el retrato robot. La plantilla tiene, de promedio, 45,7 años de edad. También varía según el género: las mujeres son un poco más jóvenes (44,7) que los hombres (46,1). También llevan menos tiempo en la empresa: si la media son 11 años, ellas se quedan en 9,7 de promedio, reflejo de su incorporación más tardía al oficio.

La veteranía de la mayoría del personal se debe a la subrogación de plantillas. El contrato entre empresas y consistorio es de 8 años más 2 de prórroga, pero si hay cambio de adjudicataria la nueva se compromete a absorber los trabajadores de la predecesora. Por un lado, el barrendero gana estabilidad laboral y la transición entre contratos es más suave, pero por otro lado las operadoras pierden capacidad de marcar el cambio de etapa a pie de calle.

La mayoría de trabajadores ha sido subrogado una sola vez en su trayectoria, pero hay algunos casos dignos del libro Guinness de los récords: los más antiguos viven este septiembre su cuarto contrato. Otra casuística especial es la de un grupo de 18 trabajadores que son a la vez accionistas, porque una de las concesionarias era en sus orígenes una cooperativa de barrenderos y ellos formaban parte del núcleo fundador. También hay familias enteras: padre, madre e hijos que comparten uniforme. Un mosaico humano diverso con la misión compartida de adecentar Barcelona cada día del año.