Patrimonio histórico

El baluarte más desdichado de Barcelona languidece de nuevo

La basura y las pintadas devalúan el Baluard del Migdia, donde algunos sintecho se cobijan entre restos históricos

Junts apremia al Ayuntamiento a adecentar "de inmediato" el espacio y subraya la "simbología" del lugar para el independentismo

Estado del Baluard del Migdia, este miércoles

Estado del Baluard del Migdia, este miércoles / Elisenda Pons

Jordi Ribalaygue

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Hay camisetas tendidas en la barandilla que se asoma al Baluard del Migdia, vestigio de un tramo de la muralla de la Barcelona primigenia y fortín de los últimos resistentes de la ciudad asediada en 1714. Un hombre sin hogar escudriña al desconocido desde el interior de una tienda de campaña; al otro extremo de la explanada que se abre entre grandes bloques de viviendas frente a la Barceloneta, otro vagabundo sestea en un colchón al filo del mediodía, cobijado en la sombra de los despojos históricos, más bien desconocidos.

“No los había visto nunca. ¿Esto es la muralla de Barcelona?”, preguntaba una visitante ocasional este miércoles, procedente de Vilanova i la Geltrú. Desde la plaza que envuelve el conjunto monumental sepultado bajo la superficie donde los peatones deambulan sin reparar en el patrimonio que pervive bajo sus pies, la mujer atisbaba los desperdicios acumulados a los pies de la vieja fortificación de la ciudad. A lo largo del yacimiento, se desperdiga un abigarrado manto de basura: se entrelazan latas, restos de comida, ropa abandonada, un patinete, un carro de la compra, un casco, una maleta, una garrafa vacía y, también, un monedero arrojado entre los sillares. Las pintadas también proliferan en los muros que suman siglos de antigüedad. “Está muy sucio. Me sorprende que esté así”, admitía la visitante.

“Siempre está sucio. Nos quejamos y vienen un día a limpiar, pero luego vuelve a estar igual. Es imposible de controlar”, opina una pareja que reside en uno de los inmuebles que rodean el Baluard del Migdia. Confiesan que lo que más les duele es la gente sin hogar que acampa y merodea por las ruinas. “Hay incluso una familia entera que da vueltas por aquí. Duermen, comen, hacen pipí… No molestan a nadie, pero es duro verlos así”, atestiguan.

“Ha habido hasta cuatro o cinco personas durmiendo simultáneamente. No es nada nuevo, hace mucho que pasa”, añade un guardia que trabaja en la zona. Comenta que la mancomunidad de vecinos ha pedido con reiteración al Ayuntamiento que adecente el espacio. “Costó bastante tiempo hasta que se envió a una brigada a limpiar escombros. No debe hacer ni 20 días y lo dejaron impoluto, pero ahora vuelve a estar hecho un asco”, lamenta el empleado. Los vecinos aguardan ahora a saber si el consistorio programará una limpieza periódica del lugar.

Disputa política

Además, la degradación del yacimiento es motivo de greña política desde hace tiempo. Junts tomó la situación del recinto monumental hace más de un año como un ejemplo de la “inacción” que atribuye a la coalición de comunes y PSC en la protección del patrimonio de Barcelona. El gobierno municipal responde que se efectuó una limpieza integral del conjunto este agosto. Añade que los grafitis se borraron en julio, pero admite que reaparecieron al poco tiempo.

“Hace año y medio ya denunciamos el estado en que se encontraba, pero ahora está peor”, diagnostica el concejal posconvergente Jordi Martí, que cree que el depauperado aspecto del Baluard del Migdia es “motivo suficiente” para pedir la dimisión del concejal de Ciutat Vella, Jordi Rabassa. Además, reprocha “frivolidad e incompetencia” al gobierno municipal: “No comprendemos que no haya una reacción a las quejas que hace meses que duran. Pedimos que se dignifique de inmediato. Si no se sabe quiénes lo ensucian, deben ponerse cámaras para saber quiénes son los responsables y sancionarlos con contundencia”. Por su parte, el ejecutivo local dice que "se hace un seguimiento periódico para mantener el espacio limpio".

Martí ha recalcado la “simbología” que la explanada concentra para el independentismo, al ser uno de los parapetos de los oponentes a las tropas borbónicas durante el cerco a Barcelona en la Guerra de Sucesión, en el siglo XVIII. “Los espacios de 1714 se deben proteger”, ha postulado el concejal, que se ha comprometido que, si Junts regresa a la Alcaldía tras las municipales de mayo de 2023, “una de las primeras actuaciones que se tomará será proteger este patrimonio”. Martí no ha concretado qué alternativa se ofrecería a los sintecho del Baluard del Migdia en caso de que gobierne la formación soberanista, que tiene pendiente decidir si el exalcalde Xavier Trias será su candidato u opta por otro aspirante.

Basura arrojada sin disimulo al yacimiento

Los vecinos de los bloques que dan a la plaza que alberga las ruinas aseguran que ven con frecuencia cómo se lanza basura al yacimiento sin disimulo. "Hay gente que llega con un carrito, hace selección de lo que carga en medio de la plaza y lo que no quiere lo tira al Baluard", atestiguan en la comunidad de vecinos. "Pasa a diario", remachan las fuentes consultadas.

Además, explican que se han robado piezas de la instalación de luz que alumbraba los restos y que las pintadas que cubren parte del muro hace quizá un año que empañan el conjunto monumental. "Es un delito penal. No se quitan y, entonces, provoca que vengan más grafiteros. Deberían borrarse de inmediato", reclaman en uno de los edificios.

En el vecindario calculan que se tardado casi un año en efectuar una limpieza a fondo del Baluard del Migdia. "La última antes de este verano fue en septiembre de 2021. Por aquel entonces, ya estaba muy sucio, pero este verano hemos llegado a tener ratas y palomas muertas. Apretamos para que vinieran, porque era un problema de sanidad", afirman vecinos consultados, que solicitan que la brigada de limpieza adecente el espacio una vez por semana o cada 15 días.

Entre los vecinos corren imágenes de unas misteriosas bolsas negras que suelen colgar de las barandillas que se asoman al yacimiento. "A veces están y otras veces, no. Y está claro que solas no desaparecen", comentan. Cuestión al margen son las personas sin hogar que frecuentan el lugar. "Hace unos meses llegó a haber un pequeño campamento. Hacían hogueras y se caló fuego a un colchón de noche. La policía tuvo que venir. Fue sonado", recuerdan.