PATRIMONIO HISTÓRICO

El nuevo espacio urbanístico del Baluard de Migdia unirá la Barceloneta con el Born

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CRISTINA SAVALL / BARCELONA

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El nuevo recinto del Baluard de Migdia, ubicado cerca de la antigua Estació de França, ya exhibe desde un gran balcón y una pasarela los restos arqueológicos de la antigua muralla marina del siglo XVI, descubiertos cuando en el 2006 se iniciaron las obras de unos edificios de viviendas del entorno en terrenos propiedad de Adif. La segunda fase de excavación y la intervención arqueológica de esta zona se ha extendido por 6.000 metros cuadrados entre la plaza de Pau Vila y la calle del Doctor Aiguader. El nuevo espacio público, según Gala Pin, concejala de Ciutat Vella, es importante porque "une la Barceloneta con el Born".

La bajada al foso será de acceso restringuido por cuestiones de mantenimiento, aunque el ayuntamiento programará visitas esporádicas al recinto, donde en estos diez años también se han localizado restos de cerámicas y ánforas romanas del siglos III dC, el rompeolas del puerto de Barcelona del siglo XVI, vestigios de una laguna posiblemente navegable que se mantuvo del siglo IX al XV, la contraescarpa del siglo XVIII y una acequia y un tramo canalizado del Rec Comtal posterior a 1735. Además, el equipo de arqueólogos ha descubierto los restos de otra muralla del siglo XIX y diversas estructuras ferroviarias.

Josep Pujadas, responsable de Intervenciones Arqueológicas del Ayuntamiento de Barcelona, explica que aún faltan tres meses para terminar la urbanización y la señalización de la zona desde donde se contemplará el baluarte. "Por las dimensiones encontradas vale la pena exhibir la muralla", considera Pujadas, que recuerda que el barrio de la Barceloneta se construyó en el siglo XVIII.

CAÑONES Y PROYECTILES

El origen del Baluard de Migdia se remonta a 1527, cuando el Consell de Cent de Barcelona cerró la muralla de la ciudad también por todo el frente marírimo, debido a que las armadas comenzaron a incorporar cañones. Antes, en 1513, se construyó el Baluard de Llevant, y después, en 1540, el de Ponent. Hasta entonces solo había muros para defender los ataques por tierra. Así nacieron estos baluartes, como fuertes defensas contra el impacto de los proyectiles impulsados con pólvora, algunos de los cuales han sobrevivido al paso del tiempo y se han encontrado entre los restos arqueológicos, al lado de plomos de pesca y de herramientas de construcción de barcos.