Urbanismo

Barcelona, ciudad de túneles de tráfico desfasados

La capital catalana está a punto de estrenar la modernísima galería de Glòries, pero el resto de viales subterráneos repartidos por la urbe no cumplen la normativa municipal de seguridad. Tampoco es obligatorio que sea así, a no ser que el ayuntamiento los reforme

túnel glòries

túnel glòries / Ferran Nadeu

Carlos Márquez Daniel

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El sábado es un día grande para la ciudad. Se pone en funcionamiento medio túnel de Glòries. Medio porque solo abrirá en sentido Besòs, para salir de Barcelona, mientras que el otro conducto, el de entrada, se estrenará, si nada lo evita, a principios de 2022. El proyecto esconde en sus entrañas, 25 metros por debajo de la superficie, uno de los mayores retos constructivos de la capital catalana: pasar por debajo de dos infraestructuras ferroviarias, de metro y de Rodalies. Todo está listo y el túnel dispone de todas las medidas de seguridad pertinentes. Semejante despliegue, sin embargo, contrasta con el resto de pasos subterráneos de la ciudad. No cumplen con los requisitos mínimos que establece la normativa municipal. Y solo deberán hacerlo si un día se reforman. Es decir, no son ilegales, pero sí están desfasados.

¿Los túneles de Barcelona se han quedado desfasados?

¿Los túneles de Barcelona se han quedado desfasados? /

Solo el túnel de Glòries y el reciente tramo cubierto en la Ronda de Dalt, a la altura de Vall d'Hebron, que no llega a 200 metros de longitud, cumplen con los requisitos que marca la instrucción técnica de túneles viarios de la cuidad, aprobada en 2016. Como ambas galerías son posteriores a la aprobación de ese documento, tuvieron que atenerse a las nuevas exigencias técnicas. Las galerías abiertas antes de 2016, se atienen a lo que establece el artículo 2 de la guía municipal: "Esta instrucción técnica debe servir como normativa de diseño de referencia para las reformas de los túneles existentes en todo lo que sea posible y viable, técnicamente y económicamente". Es decir, que no pasa nada si faltan elementos básicos como el control de altura, la barrera, el semáforo o la señalización de carriles. Y en cualquier caso, el día que se reformen, si es que eso sucede, ya se verá.

Todos los túneles de la ciudad, detalla un portavoz del consistorio, están conectados a la central de servicios municipales, desde donde se controla su operativa diaria. En estos momentos, de hecho, se está implantando un nuevo sistema de operadores de túneles de la ciudad que permitirá "la gestión con un equipo exclusivo destinado a esta función". Seguirán siendo, a pesar de todo, lugares en los que parece que no han pasado los años ni las décadas, con una doliente comparación con la preocupación por el espacio público al aire libre, con el urbanismo táctico, los ejes verdes, las supermanzanas.

Directiva comunitaria

El Gobierno dispone de su propio real decreto sobre requisitos mínimo de seguridad en túneles de la red de carreteras del Estado, que no aplica a aquellas vías que sean de ámbito municipal. Un portavoz del Ministerio de Fomento, sin embargo, recuerda que España aprobó ese documento en 2006 para dar cumplimiento a una directiva comunitaria, con lo que el texto de Barcelona "no debería ser muy distinto porque de lo que se trata es de obedecer la norma que viene de Europa". Así las cosas, sin duda la ciudad acata lo establecido en los túneles de nueva construcción. En cuanto a los urbanos antiguos (los de las rondas, en especial el del Moll de la Fusta, merecerían un capítulo a parte), eso ya es otra historia...

Tunel de la Rovira

El túnel que más se acerca a estos requisitos es el de la Rovira, que fue inaugurado en 1987 y tiene una longitud de 1,3 kilómetros. Dispone de control de gálibo (barra a cinco metros de altura), panel informativo, megafonía o detección de incendios, pero carece, a pesar de sus dimensiones, de salidas de emergencia. Es, además, el único de los túneles anteriores a la norma que dispone de barrera en los accesos, necesaria en caso de emergencia en el interior que obligue a cortar de inmediato el paso a los vehículos, cosa que también puede advertirse, aunque con menos eficacia, con los semáforos o los grandes paneles en los que colgar mensajes breves.

El túnel de la Rovira, sin salidas de emergencia en 1,3 kilómetros

El túnel de la Rovira, sin salidas de emergencia en 1,3 kilómetros / Zowy Voeten

Túnel de la plaza de Espanya

Con una longitud de 201 metros, es uno de los túneles más puros, en el sentido de que estamos antes una caverna vial con luces, marcas en el suelo y semáforos que, afortunadamente, llevan años en desuso. El túnel que pasa por debajo del monumento proyectado para la Exposición Universal de 1929 por el arquitecto Josep Maria Jujol, se inauguró a mediados de los años 70 y en su acceso, en los dos laterales, exhibe una suerte de mosaico picado en la piedra que representa el Eixample de Cerdà. La velocidad está limitada a 40 kilómetros hora, algo que solo sucede aquí y en las calles de la zona de Montjuïc. Es una de las ocho limitaciones distintas que los conductores deben respetar en Barcelona. El túnel carece de semáforos o barreras y aunque la altura máxima es de 4,5 metros, no está señalizada por ninguna parte.

El túnel que atraviesa la plaza de Espanya

El túnel que atraviesa la plaza de Espanya / Ferran Nadeu

Túnel de la Illa Diagonal

El túnel que pasa por debajo de la Diagonal y del centro comercial Illa Diagonal exhibe una situación similar a la del túnel de la plaza de Espanya, sin gálibo pero sí con semáforos, puesto que esta es la única galería de Barcelona con paso de peatones. Y no para cuatro gatos, sino para los centenares que a diario cruzan esta vía, la calle de la Caravel·la la Niña que al pasar la galería se convierte en la calle de Constança. Tiene 140 metros de longitud, sin barrera, sin control de altura, pero con iluminación.

Túnel viario bajo el centro comercial de la Illa Diagonal, la única galería peatonal de la ciudad

Túnel viario bajo el centro comercial de la Illa Diagonal, la única galería peatonal de la ciudad / Robert Ramos

Túnel de la plaza de Cerdà

La plaza de Ildefons Cerdà, el peor homenaje que la ciudad podía brindar al padre de la Barcelona moderna, se puso de gala en septiembre de 2002 para inaugurar el que entonces era el túnel urbano más largo de Europa, con 2,2 kilómetros entre este punto y prácticamente la Diagonal. La infraestructura dispone de panel informativo, control de altura, salidas de emergencia y barreras. Tiene también semáforo, de los antiguos, los que la ciudad ya cambió hace una década en buena parte de las calles. Se echa de menos la señalización de carriles. Esta arteria tuvo que ser rehabilitada después de que en varias ocasiones, en los años 90, quedara inundada por fuertes lluvias que llegaron a a atrapar a vehículos. Esta galería casi coincide con la de la Gran Via ya convertida en la C-31. Este túnel no dispone de ninguna de las señalización o requisitos de seguridad mínimos. Lo único, una señal delante de la sede de Tráfico que veta el paso a bicis y peatones.

La serie de túneles que dan acceso a la C-31 desde la plaza de Cerdà

La serie de túneles que dan acceso a la C-31 desde la plaza de Cerdà / Ferran Nadeu

Túnel General Mitre-Via Augusta

Uno de los puntos claves de la circulación en la zona alta de la ciudad, porque aquí se dividen muchos de los que han entrado a Barcelona por los túneles de Vallvidrera. La galería de Mitre con Via Augusta (unos 560 metros) tiene panel informativo (nadie recuerda haberlo visto encendido), barrera, detección de incendios y semáforo, pero carece de control de altura (máximo de cuatro metros) o de señalización de carriles.

Entrada del túnel de Via Augusta-General Mitre

Entrada del túnel de Via Augusta-General Mitre / Robert Ramos

Túnel de la carretera de Miramar

Desde el 2003, este túnel de 135 metros enlaza la carretera de Miramar y la plaza de Carles Ibáñez. Faltaban tres años para aprobar la normativa municipal, así que el consistorio pudo ahorrarse la colocación del control de altura (sí hay una señal que indica que el límite es de 4,5 metros), el semáforo, la barrera de control de acceso o el panel informativo.

El túnel de la carretera de Miramar, abierto en 2003

El túnel de la carretera de Miramar, abierto en 2003 / Jordi Cotrina

Túnel de la plaza de Lesseps

Toda la reforma de la plaza de Lesseps se inauguró a principios de 2009. También entonces se estrenó el túnel que la atraviesa, de 219 metros de longitud, sin control de gálibo (pero sí con señal vertical que limita a cuatro metros), sin barrera, sin indicador de carriles y sin marcador informativo. Pero con luces y control de incendios.

Acceso al túnel de Lesseps desde la ladera de Gràcia

Acceso al túnel de Lesseps desde la ladera de Gràcia / Sowy Voeten

Túneles de Vallvidrera

A la altura de la plaza de Borràs, los túneles de Vallvidrera, ya convertidos en la C-16, blanden todo lo que marca la normativa, pero en su albor, en la galería que empieza justo debajo del paseo de la Bonanova, apenas hay rastro de todos esos elementos a pesar de que la circulación es igualmente subterránea. Un cartel indica las restricción, otro informa de la altura, y un panel suele dar la temperatura. Pero no hay semáforos, ni barreras, ni control de gálibo. Y no hay salidas de emergencia hasta que el túnel ya se ha convertido en una autopista.

Acceso a los túneles de Vallvidrera, en Via Augusta, poco antes del paseo de la Bonanova

Acceso a los túneles de Vallvidrera, en Via Augusta, poco antes del paseo de la Bonanova / Robert Ramos

Túnel de Ronda del Guinardó-Sardenya

Otro de los túneles de la cicatriz que en su día permitió coser todos los municipios que Barcelona fue absorbiendo hace más de 120 años. El túnel de la Ronda del Mig que va de Escorial a Sardenya, donde pasa a ser la Ronda del Guinardó, tiene casi 400 metros de longitud y dispone de semáforo e iluminación, pero nade de gálibo, señales de carriles o salidas de emergencia.

Entrada al túnel de Ronda del Mig con la calle del Escorial

Entrada al túnel de Ronda del Mig con la calle del Escorial / Zowy Voeten

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