"No podemos permitirnos otro éxodo vecinal por culpa de los alquileres"

Salir del Gòtic e ir de inmediato a Gràcia, o sea, 10 minutos en bicicleta, es realmente chocante. ¿Por qué se produce ese gran contraste?

Porque el tejido comunitario y la vida vecinal es el mejor activo para que los comercios puedan pasar esta travesía tan dolorosa de la pandemia. Es ahí hacia donde tenemos que ir con y sin pandemia, hacia una ciudad auténtica y de proximidad.

Pero Gràcia no ha sido ajena a la burbuja de los alquileres.

Cierto. En los últimos 10 años hemos perdido unos 2.000 vecinos por esta razón. Sufrimos una burbuja por causa del turismo. Los alquileres no se ajustan a la realidad.

El corazón de Gràcia parece estos días tan vital como siempre. ¿La corriente va por debajo?

Hay vitalidad en la calle, pero hay una crisis. La pérdida de facturación por parte de los comercios es mayoritaria. Un 20% de ellos han terminado por cerrar, algunos tal vez porque estaban en mano de quien ha decido que por edad prefería jubilarse ya, pero de fondo hay una tensión de incertidumbre, de no saber si podrás tirar adelante el negocio. Y, si ponemos la mirada sobre el daño más social que ha causado la pandemia, lo terrible es que las cifras de asistencia social se ha triplicado. En muchos casos son personas que es la primera vez que tienen que pedir ayuda porque no pueden llegar a fin de mes.

Ciutat Vella en la UCI, y Gràcia casi asintomática

Una amenaza a medio plazo es que se ejecuten cientos de desahucios y que, de repente, nos encontremos con una gentrificación masiva que llega con efectos retardados.

Efectivamente, estamos acumulando alzamientos de desahucios. Muchos no se están ejecutando, y eso es un dique de contención por ahora, pero nos preocupa lo que pueda suceder después. Por eso hay que hacer mucho más que reguilar los alquileres. No podemos permitirnos un nuevo éxodo vecinal. Necesitamos políticas de vivienda de gran calado y que dependen de las otras administraciones.

Si lo que es esta ciudad se define por sus comercios y su vecinos, eso depende, en gran medida, de los rentistas que fijan el precio de los alquileres a su antojo y, por cierto, sin crear de paso ningún puesto de trabajo.

La gente quiere vivir en Gràcia. Y abrir un comercio en Gràcia.. Y comprar en el barrio. Pero hay unas reglas del juego, las del mercado, que permiten ir subiendo los precios. Sí, hay una burbuja provocada por gente que vive de rentas y que muchas veces no sabemos ni siquiera si vive en Barcelona. Tenemos que pedir solidaridad, un compromio, una responsabilidad, un retorno social. Los propietarios tienen que ser parte de la solución. Tiene que haber un pacto de ciudad. No se trata de que no ganen dinero, tal vez solo de que no ganen tanto dinero.