SOLIDARIDAD EN LAS CALLES

Activistas metropolitanos organizan grupos de 'guardianes' para personas sin hogar

Julio y Orazio de la entidad ActuaVallès hacen una ruta nocturna visitando a las personas sin techo de Sabadell en una imagen de archivo.

Julio y Orazio de la entidad ActuaVallès hacen una ruta nocturna visitando a las personas sin techo de Sabadell en una imagen de archivo. / SERGI CONESA

Àlex Rebollo

Àlex Rebollo

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Aunque la cifra de afectados es todavía una incógnita, posiblemente porque cambia con frecuencia y oscila de un municipio a otro, en los últimos años han surgido iniciativas ciudadanas dedicadas a atender y visibilizar la realidad de las personas que duermen en las calles de ciudades como L'Hospitalet de Llobregat, Santa Coloma de Gramenet o Sabadell. La acción de estas oenegés empezó a tomar cuerpo durante la nevada y ola de frío del 2017, cuando un grupo de vecinos de Santa Coloma se organizó para cobijar a las personas que vivían en la calle durante esas noches. Así nació Ningú Sense Llar Gramenet, que trabaja para mostrar que "Santa Coloma también tiene gente viviendo en las calles" y sensibilizar al resto de vecinos sobre el bienestar de los desfavorecidos en la intemperie.

"Barcelona está colapsada en la atención a personas sin techo, mientras que en Santa Coloma cada vez hay más ciudadanos en fase de exclusión social", recalcan desde Ningú Sense Llar. Por su parte, Ferran Busquets, director de la Fundació Arrels, con una fuerte implantación en Barcelona (y otras ciudades, como Lleida), lo ratifica: "Claro que fuera de Barcelona existe el problema, la cuestión es que no tenemos mucho detalle de lo que hay, exceptuando cifras de gente durmiendo en la calle".

Visibilizar y acompañar

En los últimos años, entidades sociales formadas por voluntarios que actúan como 'guardianes' en términos de cuidado y protección, han seguido la estela de Ningú Sense Llar y han empezado a recorrer sus ciudades para visibilizar esta realidad. Es el caso de la Fundació La Vinya, de L’Hospitalet, que, aunque no es una plataforma especializada en la atención de personas sin hogar, desde abril del 2019 un grupo de voluntarios de la entidad recorre las calles para realizar un servicio de acompañamiento a personas sin techo, iniciativa que se impulsó después de que los vecinos les pidieran "hacer algo".

"La idea es acercarse a ellos, tratarlos como vecinos. Queremos combatir la invisibilización que sufren, que no sean un elemento más del paisaje urbano", explica Xavi Loza, director de La Vinya.  L'Hospitalet es la única de las 10 ciudades más pobladas de Catalunya en la que no se ha realizado ningún recuento de personas sin hogar. "Sin recuento no hay presión social. Sin cifras no hay problema", señala Albert Sales, investigador en la materia del Ayuntamiento de Barcelona.

Jesús Husillos, teniente de alcaldía de L’Hospitalet de Llobregat, defiende que un recuento "no resuelve nada". "Tenemos un protocolo de actuación por el que la Guardia Urbana, siempre en el terreno, se articula con los servicios de emergencia municipales cada vez que detecta a personas en las calles", añade Husillos.

De un modo similar a La Vinya, en Sabadell, la entidad ActuaVallès emprendió a finales del 2017 el proyecto Actua al Carrer, en el que un equipo de dos educadores recorre la ciudad uno o dos días a la semana para encontrar a personas que vivan en la calle. "Nació de la inquietud de pensar que los servicios sociales terminan siendo reactivos, se actúa cuando la gente acude, pero sabíamos que había gente que no estaba haciendo uso de esa red y queríamos hacer acompañamiento", explica Alberto Capitán, director de ActuaVallès.

La entidad nació hace 25 años para prestar atención a personas con VIH, pero ha ido incorporando proyectos directamente vinculados a personas sin hogar como Sabadell Sostre, un servicio municipal que ActuaVallès gestiona por concurso público. "Es un trabajo de apoyo a los servicios sociales y al Servei d'Emergències Socials que da una atención individualizada", dice Míriam Fernàndez, responsable del proyecto.

Las consecuencias de la falta de recursos

En algunos de los municipios cercanos a Barcelona la atención a las personas sin hogar se complica por la falta de equipamientos. "Hay ciudades que no quieren instalar estos servicios por miedo a un 'efecto llamada', por lo que las personas que viven en estas localidades se encuentran en una situación de desamparo", explica Ferran Busquets.

Para cambiar esta situación, Antoni Milián, catedrático de derecho administrativo de la Universitat Autònoma de Barcelona, trabaja en la creación de una ley para "garantizar el derecho a un espacio digno". "Muchas entidades ya realizan esta función, pero la idea es que este servicio pase a la cartera de los servicios municipales y crearlo como prestación garantizada", explica Milián.

Otro punto que plantea el texto es obligar por ley a los municipios con más de 50.000 habitantes a disponer de un centro de baja exigencia, de modo que se garantice una primera atención para, más adelante, poder ser trasladados a "espacios dignos".

Poner la óptica en la vivienda precaria

Badalona (217.741 habitantes), por ejemplo, es una de las grandes ciudades metropolitanas que no disponen de albergue municipal, aunque a pesar de ello, Paula Aguilar, directora del proyecto badalonés Folre, señala como principal problema las dificultades en el acceso a la viviendaFolre es un centro diurno que tiene como objetivo "apoyar a las personas sin hogar de Badalona para que construyan de nuevo su vida", y cada día atienden a "más de 30 personas". Desde hace 23 años velan por sus necesidades básicas y realizan acompañamientos. 

Como Aguilar, desde Ningú Sense Llar y ActuaVallès también ponen el foco en la precariedad del acceso a la vivienda como causa de la cronificación del sinhogarismo. "Hay una gran precariedad, también laboral. Nos encontramos a gente con contrato que está viviendo en la calle", explican desde la organización colomense. "Podemos mejorar la atención, pero ese no es el problema. No tenemos que ‘vaciar las calles’, debemos evitar que siga llegando gente", comenta Albert Sales.

Debido a las dificultades para acceder a un piso, algunas entidades han iniciado pruebas con el modelo ‘Housing First’, un método de intervención por el que se entrega una vivienda a una persona sin hogar para que, con el techo asegurado, empiece a rehacer su vida. Desde 2017, ActuaVallès trabaja con un proyecto de 'housing' y actualmente disponen de 7 pisos. No obstante, para que las personas se queden en el piso y puedan seguir atendiéndolas se requieren 3 condiciones: aceptar la visita semanal del educador, pagar una parte del alquiler y mantener una buena convivencia con el vecindario.

"El ‘Housing First’ es fundamental para poner la óptica en la vivienda y funciona, pero sigue siendo la misma lógica: sacar a la gente de la calle, pero no es la solución", indica Sales.

"No a todas las personas les va bien, una terminó saliendo porque, al tener un espacio propio, aumentó el consumo [de drogas] y se le descontroló la situación", explica Alberto Capitán. Pero, en otros casos, desde Actua explican que el modelo funciona y que, cuando termine el contrato, la idea es dejar de gestionar el piso desde la entidad y que las personas que habitan los respectivos pisos renueven el contrato.

La amenaza de las olas de frío

Con la llegada de los meses más fríos, algunas entidades empiezan a colaborar con los ayuntamientos y equipos de servicios sociales para planificar las ‘operaciones frío’ –servicios adicionales en la atención de personas sin techo y sin hogar para evitar la exposición de estas a condiciones climáticas duras y a olas de frío-.

En el caso de Ningú Sense Llar Gramenet, que precisamente nació para paliar las consecuencias durante una de estas olas de frío, ya han iniciado esta colaboración: "Estamos reuniéndonos con el Ayuntamiento de Santa Coloma para planificar la ‘operación frío’". En Sabadell, aunque es la Cruz Roja la que gestiona estas campañas, ActuaVallès colabora a través de la detección previa que realizan recorriendo las calles cada semana.

"Cruz Roja atiende y lleva mantas o caldo caliente a las personas que se encuentran en la calle, y nuestro compañero Julio les acompaña para ayudarles a encontrarlas", concluye Míriam Fernández de ActuaVallès.