RADIOGRAFÍA DE LA CARA MENOS AMABLE DE LA CIUDAD

Las personas sin hogar en Barcelona han aumentado un 72% en una década

Un sin techo en el passeig de Gràcia.

Un sin techo en el passeig de Gràcia. / periodico

Helena López

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Entran, si es que a la calle se puede entrar, y salen. Cuando consiguen un trabajo de algunos días o semanas, con suerte de un par de meses, y logran reunir algún dinero, pueden hospedarse algún tiempo, corto, en un hostal; compartir una habitación con algún conocido. O dejan de verse en aquel banco o aquella otra esquina porque ese trabajo precario es fuera de la ciudad, recogiendo arándanos en Huelva nectarinas en Lleida. La precariedad extrema de la vivienda y del mercado laboral hace que centenares de personas vivan al borde del abismo. De modo que, pese a que en el afinado recuento elaborado por la Xarxa d’Atenció a Persones Sense Llar (XAPSLL) el 17 de mayo del 2018 se localizó a 956 personas durmiendo al raso, la ya dura cifra de los mil ‘sintecho’ de la ciudad escuece aún más si se suma el número total de personas distintas contactadas en la calle por los servicios municipales a lo largo de todo el año. Del mismo año. 2.452. Saber quiénes son esas 2.452 personas, de qué sexo, edad y procedencia, como paso imprescindible para entender el por qué e intentar prevenirlo, es el objetivo del informe ‘¿Quién duerme en la calle en Barcelona?’ elaborado por primera vez por el Área de Derechos Sociales del consistorio barcelonés.

"Gran parte de las personas que duermen en la calle en Barcelona no son de Barcelona, con lo que no se les había hecho ningún seguimiento por parte de los servicios sociales"

Albert Sales

— Investigador y autor de '¿Quién duerme en la calle en Barcelona?'

El trabajo, a cargo de Albert Sales, investigador y asesor municipal en la materia, constata de forma académica lo que hasta ahora eran percepciones a partir de los datos de los equipos municipales de intervención social en el espacio público. "No se trata de una encuesta, sino que trabajamos con todo el universo", destaca Sales, quien subraya la gran paradoja: mientras el Ayuntamiento de Barcelona invierte más recursos que nunca en combatir la exclusión, hay más personas durmiendo en la calle que nunca. La cifra de las 2.452 personas que durante el 2018 durmieron en algún momento en la calle supone un incremento acumulado de un 72% en 10 años. De un 45,3% si se toman solo las cifras de un día concreto. El crecimiento más destacado es el de hombres extranjeros de nacionalidad comunitaria, que han pasado de 343 en el 2008 933 en el 2018. Entre ellos, el país de origen más común es Rumanía (438). 

Reflejo del desarraigo

"El número ha crecido y seguirá creciendo. Es el reflejo de una sociedad cada vez más atomizada, más desarraigada", señala Sales, quien añade que tendimos a un modelo cada vez más americano, en el que te marchas a estudiar (y ya no regresas) a cientos de kilómetros de tus padres, a los que con suerte ves una vez al año para acción de gracias. La otra cara del espacio Schengen. Tras la lectura de los datos, el autor del informe destaca la necesidad de coordinar los servicios sociales a nivel europeo. "Por muchas plazas en recursos que se creen, en esta década se han incrementado en casi un 80%, si no para de caer gente, el problema no se solucionará", remarca Sales. "Gran parte de las personas que duermen en la calle en Barcelona no son de Barcelona, con lo que no se les había hecho ningún tipo de seguimiento por parte de los servicios sociales, cuyo primer contacto con ellos es directamente en la calle. Entonces se hace muy difícil saber qué ha fallado para que estas personas acaben en esta situación", prosigue el investigador antes de insistir en que se trata de un problema europeo -uno de los principales- y que habría que abordarlo como tal. Además de Romania, entre las nacionalidades comunitarias más frecuentes en las calles están Polonia (78), Italia (58), Bulgaria (33) y Francia (33).

"La movilidad europea va más allá del Erasmus. Las personas se mueven y Barcelona es atractiva, también por ser una ciudad de derechos"

Sonia Fuertes

— Comisionada de Acción Social del Ayuntamiento de Barcelona

Sonia Fuertes, recién nombrada comisionada de Acción Social del Ayuntamiento de Barcelona, apunta que la mera existencia del informe -encargado por el gobierno municipal- es ya un posicionamiento. "Estamos ante un fenómeno global vinculado a la movilidad que impacta en la ciudad. La movilidad europea va más allá del Erasmus. La gente se mueve y Barcelona es una ciudad atractiva también por ser una ciudad de derechos, y estamos orgullosos de ello, pero es necesario repensar el sistema en clave supramunicipal", asegura la hasta ahora presidenta de federació d'Entitats Catalanes d'Acció Social (ECAS).

Cada vez más jóvenes

Las cifras absolutas vuelven a alertar de un incremento en el número de jóvenes sin hogar en una ciudad en la que el acceso a la vivienda digna es prácticamente un imposible incluso para los jóvenes con referentes familiares y red. Entre el 2016 y el 2018 se duplicó el número de personas de menos de 30 años que dormía en las calles de Barcelona. Mientras en el 2016 fueron 136 jóvenes los que durmieron al raso en la que se presenta al mundo como ciudad refugio, en el 2018 lo hicieron 292 (239 hombres y 57 mujeres). Pese a que, como en los mayores, se trata de un fenómeno muy masculinizado, las mujeres jóvenes representan el 19% del total de personas en la calle en esa franja de edad, un porcentaje bastante superior que en el de las personas de más edad  (12,6%). Otro dato para la reflexión colectiva: el 72% de las mujeres jóvenes que sobreviven en las calles proceden de países europeos.

Los dos principales colectivos de jóvenes en la calle -el estudio en todo momento se refiere a las personas que pernoctan a la intemperie, no contabiliza ni a las que viven en precarios asentamientos ni en albergues- son, por un lado, los chicos del norte de África (un 36% del total). Estos son o extutelados que al cumplir la mayoría de edad perdieron la tutela y también la casa -colectivo que, si nada cambia, no parará de crecer en los próximos años-, o que llegaron a Barcelona ya mayores de edad y no pudieron acceder a ningún recurso público. Por el otro están los comunitarios (el 40%), en gran parte vinculados al consumo de droga (Barcelona es famosa en muchos lugares de Europa por el clima agradable, pero también por la heroína). 

A ojos de Sales, este incremento entre los menores de 30 es especialmente preocupante si se pone el foco en los chicos de entre 18 y 25. Desde el 2016 han pasado de 65 a 153. El estudio destaca también que la presencia cada vez más relevante de jóvenes entre la población sin hogar de Barcelona se hace notar aún con más intensidad en los equipamientos residenciales. Mientras en el 2015 en los centros de día se atendió a 248 personas de entre 18 y 25 años, en el 2018 fueron 869 (y no fueron más porque no había más plazas). 

Más de tres años

Por último, otra de las variables en las que se fija el estudio es el tiempo que las distintas personas llevan durmiendo en la calle. El 25% del total de las detectadas en el 2018 llevaba más de tres años, situación que afecta más a los españoles y, por lógica, a los más mayores.