JORNADAS DE PUERTAS ABIERTAS

Así será el ascensor que subirá a lo alto de la Sagrada Família

Este octubre empezará a constuirse la torre de Jesús, la mayor del templo, con 172,5 metros de altura y un mirador a Barcelona a 144 metros

Ernest Alós

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La Sagrada Família es un templo expiatorio y una basílica menor. Es también una obra de arte patrimonio de la humanidad (hasta qué punto obra de Gaudí, neogaudiniana o traición a su legado es cuestión de opinión). Y, también, la mayor atracción turística de Barcelona. En los dos extremos de este abanico se sitúan las dos grandes novedades presentadas hoy por la junta constructora de la Sagrada Família. Un recoleto jardín escondido, en lo alto, tras la fachada de la Passió, que servirá para la reflexión y la plegaria, y el Dragón Khan, el Space Mountain, el Top of the Rock, el Planetario del templo: el ascensor trasparente que ascenderá en el año 2022 60 metros por el interior de la gran torre central, la de Jesucristo, hasta un mirador situado a 144 metros de altura. 

Con motivo de las jornadas de puertas abiertas con motivo de la Mercè, en que 30.000 barceloneses han obtenido en un sorteo entradas gratis de viernes a domingo, el presidente delegado de la junta constructora, Esteve Camps, y el arquitecto director, Jordi Faulí, han mostrado el gran proyecto de los próximos cuatro años: este otoño se empezará a levantar la torre de Jesucristo, que debería estar finalizada el 2022, igual que las cuatro torres de los evangelistas que la flanquearán, con la colocación de la cruz que presidirá el ‘skyline’ de Barcelona y alcanzará un máximo de 172,5 metros de altura. El primer paso será la colocación del primer panel exterior de la torre, de 5 metros de altura, este octubre.

Con el  70% del templo construido y el horizonte del 2026, centenario de la muerte de Gaudí,  para finalizar el edificio (incluyendo la fachada de la calle Mallorca, pero no los elementos decorativos), en la actualidad ya está lista la base de la torre, a 85 metros de altura (donde hoy se ha iniciado la visita de obras anual), rodeada ya de los inicios de las cuatro torres de los evangelistas y la de la Mare de Déu (que alcanzan ya entre los 90 metros de las primeras y los 99,85 de la esta última, aún por debajo de los 112 de las torres de los apóstoles de las fachadas, que pronto dejarán de ser el punto más alto construido). A la torre de la Mare de Déu ya le falta poco para llegar a los 138 metros fijados después de que el cardenal Lluís Martínez Sistach corrigiese teológicamente a Gaudí (podría verse también como un gesto en clave de género): el proyecto del arquitecto preveía que fuese un poco más baja que las torres de los evangelistas, pero finalmente las deberá superar por tres metros.

Pero más allá de lo visitable con casco y chaleco reflectante, la sorpresa a mostrar ha sido las imágenes que muestran cómo será el interior de la Torre de Jesucrist. Un espacio interior vacío de 60 metros de altura en cuyo centro se elevará una estructura, una torre dentro de una torre, como la 'agulla' del interior de un 'castell', recorrida por una escalera espiral y un ascensor diáfano que llegará hasta los 138 metros de altura, desde donde se podrá subir a pie (algo habrá que expiar) hasta una plataforma con vistas a 144 metros de altura. Un mirador (con ventanas, nada de terrazas como las del Empire State o San Pedro del Vaticano) justo debajo de la gran cruz que coronará la obra. Cruz a cuyo interior unos pocos elegidos, por motivos de aforo, podrán acceder, a una altura de 165 metros.

El interior de la torre estará decorado con vitrales y cerámicas que interpretarán artísticamente la creación y expansión del firmamento y el universo, con tonos blancos en lo alto (en alusión tanto al 'y se hizo la luz' como al big-bang; ciencia y fe no tienen por qué estar peleadas) y colores diversos que irán apareciendo progresivamente en las cotas más bajas, al igual que el universo se diversificó, más un lazo que hará alusión a la Vía Láctea, palomas que remitirán al Espíritu Santo y una docena de escenas evangélicas en la base, un vestíbulo circular al que se llegará a través de un puente desde la torre de Lluc, a la que se accederá por otro ascensor.

En la Sagrada Família, tras el reinicio de las obras en 1954 es difícil distinguir qué es Antoni Gaudí, qué extrapolación de sus fragmentarios diseños y qué creación de los arquitectos que han seguido su obra. En lo que respecta a la torre de Jesucristo, precisa Jordi Faulí, el perfil de la torre y de su coronamiento no ofrecen dudas. La superficie reproduce el modelo de la sacristía, definida claramente en un modelo de yeso de Gaudí. Y en cuanto al interior: en los planos del arquitecto no había nada y aunque entonces la torre posiblemente no se plantearía como visitable, “algo había que hacer” para llenar ese agujero negro de los planos. El pilar central con ascensor y escalera podría interpretarse, como el resto del templo, en clave de alegoría evángélica: en este caso, del versículo ‘Yo soy el camino, la verdad y la vida”.  

En las antípodas de la espectacularidad de lo que promete convertirse en una de las visitas obligadas del turismo en Barcelona, el huerto que se ha situado tras la fachada de la Passió, finalizada este verano con una cruz triunfal , un león y un cordero que sustituyeron unos desafortunados predecesores  y el sepulcro vacío tras la resurrección. Invisible desde la calle, el espacio situado entre la fachada, con el sepulcro, y las torres, se ha convertido en la única terraza ajardinada del templo, con unas pequeñas gradas y una construcción reminiscente de una cantera abandonada con vegetación que brota de sus grietas y que recuerda el huerto al pie del Gólgota en el que José de Arimatea tenía el sepulcro en que enterró a Jesús. Un rincón recoleto, aislado, en que se ve la cruz y el Jesús resucitado si se mira a lo alto, destinado a pequeñas reuniones de grupos de plegaria.

Tras el levísimo descenso del número de visitantes registrado en el 2017, cuando tras nueve meses de récord acabaron pasando de los 4.561.848 del 2016 a 4.527.427 después de los atentados del verano y la caída de la afluencia turística tras los disturbios de octubre, pero también de la apertura de las misas internacionales, sin entrada, a las 9 de la mañana de los domingosy fiestas de guardar, Esteve Camps ha avanzado que durante los últimos cuatro meses el número de visitantes se ha recuperado, haciendo posible, pero no seguro, que el 2018 no se cierre con una nueva caída.

Un flujo de hasta 15.000 visitantes diarios que es el que permite los 80 millones de euros de presupuesto anual, 50 de ellos dedicados a las obras, y de cuyo sostenimiento depende la finalización de las obras. Por cierto, pese al mito del visitante japonés, son los italianos (10% de los visitantes) los más gaudinianos, seguidos muy de cerca de los turistas de EEUU (9,7%), los franceses (9,2%), los británicos (7%) y los alemanes (6,2%).

Vecinos aún en vilo

El presidente delegado de la junta constructora, Esteve Camps también ha asegurado que espera haber cerrado con el Ayuntamiento de Barcelona, antes de fin de año, el acuerdo de un nuevo plan especial del templo que permita regularizar la licencia de obras (y que incluirá el pago de los impuestos y tasas que correspondan). De si eso incluirá el desalojo de las viviendas que bloquean la versión de máximos del proyecto de Gaudí, con escalinata abierta a través de la calle Mallorca en dirección a la Diagonal, el presidente delegado de la junta no se ha querido pronunciar, más allá de sostener que los responsables del templo se erigen en defensores y herederos del proyecto de Gaudí y de descargar toda la responsabilidad sobre posibles expropiaciones sobre el ayuntamiento. La fecha del 2026 se podrá cumplir, independientemente de lo que se acuerde sobre el solar adjunto, la construcción en vertical de la fachada de la Glòria, en la calle Mallorca, ha sostenido. Aunque la iconografía establecida por Gaudí, cuya plasmación no se encargará a un único artista, está aún en estudio: teólogos como Arnau Puig, Joan Galtés y Francesc Torralba deberán interpretarla, ya que ni las virtudes teologales, ni el infierno, ni el limbo, ni el purgatorio, ha dejado claro el Papa Francisco, son ya lo que eran en tiempos.