ESTUDIO ECONÓMICO

La Barcelona más innovadora es menos competitiva

Imagen del Mobile World Congress.

Imagen del Mobile World Congress. / periodico

Carlos Márquez Daniel

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En tiempos de Xavier Trias triunfaba el concepto ‘smart city’, en referencia a Barcelona como atractivo para las empresas tecnológicas. En la era Colau se habla más de ciudad sostenible a todos los niveles, sin renunciar al objetivo de atraer a las compañías que pilotan la revolución industrial del siglo XXI. Este martes se ha presentado el Informe Observatorio Barcelona 2017 que analiza el posicionamiento de la capital catalana en la escena mundial de los negocios. Y al margen de las ideologías, radiografía la imagen que el mundo económico tiene de la ciudad. Resulta que somos más innovadores que nunca, pero hemos perdido competitividad. También hay más seguridad, pero no en lo personal, sino en la que afecta a las inversiones. Un estudio de vaso medio vacío o medio lleno, según se quiera.

El primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, y el presidente de la Cambra de Comerç, Miquel Valls, se han encargado de valorar los resultados de este informe, que alcanza su 15ª edición. Se han puesto de acuerdo en lo básico, esto es, en lo estupenda que es Barcelona para que cualquier compañía traiga su dinero y genere puestos de trabajo directos e indirectos, además de alquilar locales y pagar sus impuestos y sus suministros. Pero no ha habido tanta comunión en la visión más estratégica. Mientras que el representante municipal ha insistido en la "cohesión social", en la necesidad de establecer un salario mínimo de 1.000 euros -"no podemos competir con sueldos bajos"- y en una economía "más verde y circular", el jefe de los ‘botiguers’ ha insistido hasta la saciedad en la necesidad de que se forme un Govern "que aporte estabilidad, estabilidad y estabilidad". 

Mejores, pero no tanto

En cuanto a los datos, el consistorio destaca por encima de todo que la capital catalana se haya colado por primera vez entre las 10 más innovadoras de Europa. Quinta posición, 13ª a nivel mundial (era la 56 en el 2014). También pone de relieve una notable mejora en cuanto a la reputación, ya que se pasa del puesto 14 al 8, aunque es justo recordar que en el 2015, Barcelona era la sexta. También blande el octavo lugar en cuanto a áreas urbanas del mundo receptoras de proyectos de inversión extranjera. Sorprende, sin embargo, que ante semejante alarde, se hayan perdido cuatro posiciones de competitividad global (de la 20 a la 24). Es lo que tiene los datos provengan de fuentes que no han cruzado números. 

El atentado del pasado agosto en la Rambla y el ‘procés’ han aparecido en repetidas ocasiones durante la presentación. A nivel estadístico todavía es pronto para saber hasta qué punto ha afectado. Pero en cualquier caso, Valls ha asegurado que la previsiones para el 2018 "son muy positivas". Eso sí: "Es imprescindible un Govern". "Llevamos pidiéndolo cuatro meses, tiempo en el que hemos visto con preocupación cómo se veía perjudicada la reputación de la ciudad", ha apostillado. Pisarello ha admitido que los acontecimientos de los últimos meses han dañado la línea de flotación, pero en su opinión, "Barcelona tiene un potencial que no ha desaparecido y que permiten relanzar su imagen". ¿Cómo? El teniente de alcalde opta por evitar la "competencia con otras ciudades" y elige la "cooperación que permitiría afianzar los puntos positivos" de la capital catalana. En resumen, y en busca del titular, Pisarello ha aspirado a que la ciudad sea "el faro de la innovación en el sur de Europa".

¿Todos dentro?

¿Y es compatible tanta prosperidad, tanta innovación, tanto emprendedor y tanta inversión con el derecho de los barceloneses a seguir viviendo en Barcelona? Pregunta obligada en una urbe en la que muchos rechazan una reforma en su calle por temor a que le suban el alquiler y le cambien el colmado por un café con cojines. El teniente de alcalde ha hablado en repetidas ocasiones, sin demasiada concreción, de "cohesión social y urbanística", y ha defendido que una ciudad puede estar abierta al mundo sin necesidad de que se vean perjudicados sus moradores. Porque si eso sucediera, si se produjera una diáspora vecinal, implicaría "perder el talento local". En resumen, y en palabras de Pisarello: "Que nadie se quede fuera de la revolución digital". 

Como gesto, ni que sea para que el nativo sepa de qué va todo esto, el consistorio tiene previsto, según ha anunciado el concejal de Barcelona en Comú, abrir los parques tecnológicos y de investigación a todos los ciudadanos. Sucederá unos días antes de la celebración del Mobile World Congress (22-26 de febrero)

Ahí pueden echar una mano un par de indicadores. Según el informe, la tasa de exclusión social en Catalunya está en el 17,6%, al nivel de regiones de países como Países Bajos, Dinamarca o Noruega, y muy por debajo de la media del conjunto de España, situada en el 27,9%. La media europea se planta en el 23,4%. El otro factor es el paro que, tal y como ha recordado el presidente de la Cambra, se ha reducido a la mitad en solo tres años, del 24% al 12%. Cómo se ha conseguido, en qué condiciones salariales, es otro cantar. 

Bien en congresos y deportes

Por lo que respecta a la celebración de congresos, Barcelona ocupaba en el 2016 la tercera posición por detrás de Berlín y París. Mismo cajón en la categoría de número de participantes (superada por Viena y Seúl). Buena noticia, aunque en el pasado llegó a ser la primera en cuanto al total de ferias y segunda en lo que hace referencia a delegados. En la clasificación de escuelas de negocios, la capital catalana es la única que consigue colar dos centros en el top 10. IESE aparece en quinta posición, seguido de Esade. Curioso que estén separados por poco más de 500 metros. En el ránking<span style="font-size: 1.6rem;"> de ciudades del planeta más asociadas al deporte, la ciudad pierde un puesto en beneficio de Rio de Janeiro y se sitúa cuarta, con un impacto económico estimado en 2.100 millones de euros. </span>