Incertidumbre sobre el futuro del primer parque urbano

De restaurante a laboratorio

El Castell dels Tres Dragons acoge el área de investigación del Museu de Ciències Naturals

C. S. / BARCELONA

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Lluís Domènech i Montaner, el arquitecto del Palau de la Música Catalana, construyó el Castell dels Tres Dragons coronado de almenas para que acogiera el lujoso café restaurante de la Exposición Universal de 1888, con capacidad para 600 comensales. Hoy es una de las obras arquitectónicas que, como el Arc del Triomf, el Hivernacle y el Umbracle, sobrevivieron a la gran cita internacional de la Barcelona del siglo XIX. Actualmente alberga la sede del departamento de investigación del Museu de Ciències Naturals, con su biblioteca y salas que almacenan su patrimonio.

El edificio, no obstante, ha tenido diversos usos hasta albergar las colecciones de ciencias naturales. Fue Museu de la Història (1892), Museu Arqueològic (1896) y algunas aulas se destinaron a la Escola Municipal de Música (1897-1916). «También destinó a exposiciones temporales su primera planta (1912), fue sede del Servei Municipal de Matrícules per a Escoles Primàries mientras las colecciones de zoología se exhibieron en el Palau de l'Agricultura de Montjuïc durante la Exposición Internacional de 1929, donde permanecieron varios años. Además de oficina para parados y comedores de auxilio social de la Falange», enumera el historiador Rossend Casanova en su libro El castell dels Tres Dragons.

A pesar de su metamorfósica existencia, este edificio de la Ciutadella se ha consolidado como icono del parque científico del parque urbano. Anna Omedes, directora del Museu de Ciències Naturals de Barcelona, tiene su despacho en la sede del Castell dels Tres Dragons, donde se encuentra su equipo de investigación. «El futuro del parque de la Ciutadella es un proyecto de ciudad. Sería una pena que este edificio histórico perdiera su vinculación con la ciencia», afirma.

El Museu Martorell, situado al lado del Umbracle, custodia desde 1924 exclusivamente las colecciones de geología. «Al menos es el que tiene el pie en un terreno más seguro vinculado con la ciencia», señala Omedes, en referencia a que acogerá la exposición permanente sobre los museos de historia natural de los siglos XIX y principios del XX y sobre los gabinetes de curiosidades.

Esta remodelación obligará a desalojar al equipo que estudia y cataloga las colecciones de mineralogía y de paleontología. Yael Díaz, conservadora de petrología, señala que desde 1888 cuentan con 300.000 registros de paleontología, «algunos de gran valor histórico». Esto y las demás colecciones se están almacenando en cajas para su traslado, provisional o no, al Castell dels Tres Dragons.

Vicent Vicedo, conservador de paleontología, asegura que el área de investigación del Museu de Ciències Naturals es «una institución muy viva». Él recibe visitas de científicos de todo el mundo que quieren observar de cerca los tesoros de una de las colecciones de fósiles más importantes de Europa. «Especialmente rica en organismos invertebrados», valora Vicedo. El fósil más consultado es el Montsecosuchus depereti (Vidal, 1915). «Es un holotipo de un cocodrilo fosilizado en buen estado de conservación que vivió durante el Mesozoico. Fue descubierto por Lluís Marià Vidal en 1902 en la pedrera de Rúbies del Montsec (Lleida). Fue el ejemplar utilizado para describir formalmente la especie», informan los conservadores de las colecciones.

Eulàlia Garcia Franquesa, jefa de colecciones del Museu de Ciències Naturals, reconoce que llevan tres años de confusión trabajando dentro del Castell dels Tres Dragons y del Martorell en una situación sin resolver desde que la parte expositiva se marchó al Fòrum. «Solo el 0,5% de las colecciones se exponen». Joan Carles Senar, jefe de investigadores, agrega que para la divulgación se recurre a ese «enorme y valioso fondo» que ahora custodian en la Ciutadella.