La transformación de la ciudad

El ecuador de las Glòries

MÒNICA TUDELA
BARCELONA

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Hoy hace justo 50 días que las pinzas demoledoras empezaron a morder el anillo viario de la plaza de las Glòries de Barcelona. El 27 de febrero pasado comenzaba la parte más espectacular de la obra estrella de la ciudad. 50 días han sido suficientes para acabar prácticamente con el lado mar de la estructura y cambiar la cara de la zona que, una vez más, está patas arriba con la voluntad de convertirse en un nuevo centro neurálgico de Barcelona.

Una vez casi destruida la parte mar del anillo, en la que ha sido la fase más llamativa de las obras por lo que ha supuesto de cambio en la zona, los trabajos se centran ahora en eliminar las rampas de los lados Llobregat y Besòs y, con ellas, los pasos de peatones inferiores de las calles de Ciutat de Granada y, posteriormente, de Castillejos. «Ambos tendrían que estar listos a finales del mes de abril», comenta Ángel Sánchez, director general de Barcelona Infraestructures Municipals (BIMSA), la empresa que tutela las obras, ejecutadas por la UTE Glòries (Dragados, ACSA y Vopi 4). La única parte de viaducto del lado mar que falta por derribar es la que va de la calle de Badajoz a la de Ciutat de Granada, punto en el que conecta con la rampa en sentido Besòs. Los trabajos para desmontarla se llevarán a cabo del 22 de abril al 16 de mayo.

El derribo del anillo se ha convertido en el tema estrella de conversación en el entorno de la plaza. Desde turistas que van a los Encants o a sacarse fotos cerca de la Torre Agbar y acaban dando un paseo por las obras, hasta vecinos de la zona que comentan la jugada. «El problema de Glòries ha sido siempre que aquí se juntaban el tráfico, el tren y el metro. Y esto es difícil de organizar», comentaba hace unos días Damián López, vecino de la Gran Via, a unos familiares a los que llevaba de paseo por el barrio.

AL RITMO PREVISTO// Los primeros días de derribo del tambor fueron los que despertaron más expectación, hasta el punto de que, en la última semana, algunos han tenido la sensación de que las obras se habían frenado. «Deben de haber corrido más de lo previsto en cargarse esta parte del anillo y parece que ahora han bajado un poco el ritmo», comentaba la semana pasada uno de los informadores de las obras en un semáforo de la Gran Via. «Lo mejor fue a principios de marzo. Ver caer el hormigón machacado por las pinzas era un espectáculo. Ahora parece que esto va más lento», decía David Rouco, vecino de la calle de Castillejos.

El efecto de que las obras han frenado, sin embargo, es solo aparente. «Estamos cumpliendo las fechas previstas. No se ha frenado en ningún momento. Lo que pasa es que la demolición de cada parte de la estructura lleva su ritmo y sus procesos. En la primera quincena de mayo tiene que quedar fuera todo el lado mar para luego empezar a reponer la vialidad de la zona», añade Sánchez. De mediados de mayo al 23 de junio se trabajará en las zonas de rampa y se urbanizará la vía por la que se desviarán los coches que actualmente circulan por el lado montaña del viaducto. Si se observa la plaza desde la altura de la Torre Agbar puede verse que el trazado de la calle ya empieza a dibujarse y que en lo que fue el centro del anillo ya no quedan árboles.

La plaza de las Glòries es ahora un espacio casi diáfano que ha ganado la visibilidad que un día le robó parcialmente el tambor, diseñado por el arquitecto José Antonio Acebillo. La visión de los edificios más emblemáticos de la zona, el DHUB, la Torre Agbar, los Encants, ha cambiado con las obras. Los peatones han observado la zona desde distintas perspectivas durante estos 50 días, ya que los pasos provisionales han ido cambiando de sitio con los trabajos, creando cada semana nuevas oportunidades de observación de la zona. De finales de junio a septiembre se derribará el lado montaña del tambor y se abrirá el camino para la ejecución del nuevo parque urbano que debería estar listo en el 2018.

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