Olas de cuatro metros y 10 estrellas esta semana

Surf en la costa barcelonesa.

Surf en la costa barcelonesa. / periodico

EDUARDO LÓPEZ ALONSO / Barcelona

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La temporada de surf empieza. Esta semana está previsto que aparezcan olas en la Península con sesiones catalogadas como de 10 estrellas, el máximo posible. Son olas de 4 y 5 metros cada 20 segundos. Un paraíso para el surf. No estarán en Nueva Zelanda ni en Tehaupoo. Pero estarán en el Cantábrico, en concreto en Cantabria, por ejemplo. Algo puede que quede para el Mediterráneo, dónde tres estrellas ya son una fiesta para los amantes del surf.

Todos los aficionados esperan que el tiempo se vuelva revoltoso como debería en otoño y las olas hagan su aparición. La afición crece año a año en las costas catalanas, al amparo de unas condiciones mucho mejores de lo que pudiera pensarse y de una crisis que descubre en el surf y el bodyboard fórmulas de ocio-aventura-moda sin dispendios estratosféricos.

Cada vez son más los 'pingüinos' en el agua los días de mala mar en las playas de Barcelona. Algunos llegan en coche y muchos en transporte público. Encajan como un guante en una fachada marítima transformada que ensalza los nuevos usos del litoral. Las tiendas surferas se han hecho un hueco de lujo cerca de la arena en la Barceloneta y no escasean los lugares privilegiados para que los espectadores gocen del espectáculo. Y los turistas son los grandes amplificadores de esa nueva ola barcelonesa de amantes del surf urbano.

'Spots de surf'

Y es que la ola de Barcelona, y también las de los 'spots' próximos como Premià, Masnou, Mongat o Sitges, ofrece en ocasiones mucho más de lo que se espera. Mientras en la Barceloneta triunfa una ola orillera de mala leche y corto recorrido ante el Hotel Vela, un poco más al norte, en la bautizada como Killers, cerca del Fòrum, el mar tiende a crecer algo más lejos de la orilla. En condiciones duras los surfistas se lanzan desde el espigón para evitar nadar contra las olas (quizá de ahí viene el bautismo de la playa). En las alternativas del norte, en el Maresme, las olas tienden a ser rápidas y algo más largas (buenas de izquierdas), mientras al sur Sitges ofrece un poco de todo (buena la derecha de Aiguadolç).

Y mientras el surf se consolida en Barcelona muchos se preguntan de donde sale tanto aficionado en cuanto se respira salitre en la Barceloneta. Al toque de pito de mar gruesa aparecen afortunados aparentemente sin horarios dispuestos a desconectar del mundo mecidos por las olas. Con presupuesto de menos de 500 euros ya se puede ser un surfero de aspecto pro en la orilla, algo que sin duda debe animar en tiempos de crisis. Encima parece un deporte para 'bon vivants' y amantes del culto al cuerpo. Ellos y ellas, jóvenes y no tanto aparecen con las olas. Al anochecer, al amanecer o a mediodía. A cualquier hora, si hay mar movida hay ambiente, muchedumbres con neopreno a la espera de condiciones excepcionales ('El gran miércoles', una lectura-película de referencia).

Parámetros del buen surf

La clave de esas condiciones son unos parámetros sencillos que todo aficionado conoce. El básico es la altura de la ola y su orientación. De esta última dependerá la elección de la playa o la zona. Otro elemento marcará si el día será perfecto o no. Es el periodo o tiempo que transcurre entre olas. En general, cuanto mayor sea, mejor será el día para surfear y menor el esfuerzo para recuperar la posición tras el revolcón. Dicen que el Mediterráneo es un mar de ola corta y nerviosa. El periodo entre olas suele ser de cuatro o cinco segundos. Con un periodo de 8 o más y olas por encima del metro el día empieza a ser bueno para el surf.

En otros paraísos no necesariamente cálidos manejan otro tipo de parámetros. Periodos de 20 segundos, olas de cuatro o cinco metros, tubos en los que el surfero se pone de pie en el interior. Son sueños de hemisferio sur, de galerna en Nueva Zelanda o enclave youtube del Pacífico. Pero también en el Atlántico más próximo. Más cerca están los paraísos de EriceiraNazaré y Peniche en Portugal; Zarautz y Mundaka en el País Vasco (con sus olas potentes), Hossegor en el País Vasco francés, con el tubo orillero de campeonato.

Pero Barcelona no tiene nada que envidiar a los lugares referentes del surf cuando aparece el momento adecuado. Ese que llega en otoño y principios del invierno, cuando empieza a enfriarse la temperatura del mar y el reto es entrar en el agua con bandera roja. Quizá esta semana. O no.