Peligro: Xavi castiga y señala a Joao Félix, el niño mimado de Laporta

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

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Emilio Pérez de Rozas

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Podemos decirlo ya sin remilgos. Xavi Hernández, temiendo por su cargo y por el de su grupo de familiares y amigos (así definió él su ‘staff’, no yo), ha utilizado la última bala: criticar sin piedad y con pasión a sus futbolistas, denunciar la actitud de sus futbolistas, la desidia de sus chicos, hasta anoche hiperprotegidos.

Peor aún. Ha reconocido que no volverá a pasar. Es decir que, de regreso de las vacaciones, veremos un once con Sergi Roberto y 10 niños. Ha dicho más, sí. Ha reconocido que todo lo que ha ocurrido hasta la fecha ha sido culpa suya, porque debería haber evitado, adelantando la bronca que les metió anoche en el descanso, que se paseasen por el campo.

Es evidente que después de hablar del tiempo, del clima, de la altura del césped, del sol, de la mala suerte, de la ineficacia goleadora, de la mala prensa, de falta de mentalidad, de los errores en defensa, ha llegado el turno de decir la verdad: no tenemos equipos, perdón, plantilla, jugadores, para jugar como jugaba el Barça del 2010. O peleamos como el Almería, el Getafe, el Mallorca, el Cádiz…o no ganamos a nadie. ¡Anda que no peleaban los del 2010, como fieras!

Historia de un sueño

¿Perdón? Fueron ustedes, señores Laporta y Hernández, quienes, contrariamente a lo recomendado, ante un momento de crisis, delicado, nos vendieron, contra viento y marea ("para crear ilusión", dijeron), que este Barça, el suyo, sería como el del 2010. Es más, Laporta ganó las elecciones porque ya lo había hecho. Y usted, señor entrenador, le compró ese discurso grandilocuente, triunfalista, cuando lo más sensato hubiese sido pedir calma, paciencia, apoyo a la cantera, ganar como se pudiera e ir creciendo poco a poco.

Ahora, justo cuando los que mandan dicen que Xavi seguirá pase lo que pase, lo que pasa es que el entrenador ha decidido gastar su última bala: señalar a los jugadores pasotas y muy, muy, especialmente, al niño mimado, al preferido, del presidente, el portugués Joao Félix, sustituido en el descanso (de la bronca) y convertido en el ejemplo, perdón, en el mal ejemplo de todo lo que anoche denunció el entrenador.

Joao Cancelo de Barcelona se lamenta durante el partido entre Barcelona y Almería en el estadio Olimpic Lluis Companys

Joao Cancelo de Barcelona se lamenta durante el partido entre Barcelona y Almería en el estadio Olimpic Lluis Companys / JOAN MONFORT/AP

Es malo, horrible, poner a las estrellas a los pies de los caballos. Nunca sabes cómo reaccionará el colectivo, igual te hacen la cama y permiten que la grada, anestesiada (bueno, bueno, anoche se escucharon ya muchos pitos y en distintos minutos y eso que Xavi dice que corean su nombre), mire hacia el banquillo, el punto más débil de todo este entramado.

“Me estoy abriendo en canal”. ¡Uf!, esa expresión es fruto de la desesperación, de la impotencia y, posiblemente, del arrepentimiento. El señor de guante de seda decidió coger el látigo un día, un descanso, una noche. ¿Significa eso que, tras las vacaciones, vamos a ver un Barça peleón, más cerca de Bordalás ¡qué gran técnico! que de Cruyff, el maestro? No puede ser. Es increíble.

Por una noche (el viaje a EEUU o las vacaciones le harán cambiar, de nuevo, de discurso), Xavi ha convertido en escombros el proyecto o los deseos de Laporta, del presidente que lo mantiene pese a que lo creía verde y no logra jugar como jugaba Cruyff. O Pep Guardiola. Ahora sabemos por qué: Laporta no le ha dado jugadores de nivel.

"Me estoy abriendo en canal. La culpa es mía. Esto no volverá a pasar"

Xavi Hernández

— Entrenador del FCBarcelona

Laporta proclamó a los mil vientos que el madridismo sociológico, hasta los jueces del ‘caso Negreira’, perseguían al Barça “porque estamos volviendo, por eso nos temen, porque vamos a repetir lo que ya hicimos”. ¿Hablaba del Barça del 2010? Sí, hablaba de aquel Barça prodigioso. Pues de eso, nada de nada. “No somos el Barça del 2010, no tenemos la calidad de aquel Barça, ni su capacidad individual”, gritó Xavi, cuyo discurso de anoche giró alrededor de la bronca a sus jugadores, de su comportamiento intolerable (“culpa mía, no volverá a pasar”) y de que “o peleamos más que el rival, o no ganaremos ningún título”.

El problema es que ese sermón, siendo cierto, llega tarde, ese debería haber sido el eje de su discurso en su toma de posesión. Es cristalino que ese no es el pensamiento de Laporta, ni de Deco, ni del club y por ello, ahora, se abre, tal vez, un antes y un después a la noche del Almería, un partido que se ganó pero que dio la sensación, de nuevo, que se había perdido.

El delantero polaco del Barcelona, Robert Lewandowski, se lamenta durante el encuentro entre el FC Barcelona y la UD Almería

El delantero polaco del Barcelona, Robert Lewandowski, se lamenta durante el encuentro entre el FC Barcelona y la UD Almería / JOSEP LAGO/AFP

Ya ni les cuento la que se puede armar (¿no pasará, verdad?, no, no pasará) si, entrado el nuevo año, Xavi se enamora de Vitor Roque y deja de contar con Joao Félix, el fichaje del presidente y la joya (y negocio) de su amigo Jorge Mendes. Es por ello que, como ocurrió con el clima, el césped, el sol, la mala suerte, la ineficacia goleadora, la mala prensa, la falta de mentalidad o los errores en defensa, este arrebato de Xavi quedará difuminado entre las burbujas de cava de la Navidad y “qui dia passa, any empeny”.

No creo que Xavi se sienta tan fuerte como para echarle un pulso al presidente. Este Barça ha sido construido para y por Laporta, y todo, todo, desde su familia, amigos y enchufados hasta el departamento de Comunicación han sido creados en honor y gloria de Laporta, no para proteger al entrenador, que, incluso en el Barça, es el eslabón más débil de la cadena.

A no ser que te llames Pep Guardiola i Sala, que no es el caso, claro.

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