PÉRDIDA DE FIABILIDAD
El desconocido "punto débil" del Barça
Radiografía a la sangría defensiva de un equipo que había encajado un gol la temporada pasada y ya suma ocho en contra
Joan Domènech
Periodista
Periodista. Título de Entrenador de fútbol nivel A. Deportista vocacional. Tras retirarme como futbolista, empecé a trabajar en Mundo Deportivo (12 años, 1988-2000). He asistido a cuatro Mundiales y cuatro Eurocopas. Coautor de varios libros. Miembro del colectivo ‘Periodistes Solidaris’ y 'Amics de Johan'.
Un desconocido y sorprendente "punto débil", así textualmente lo calificó Xavi, se ha descubierto en el Barça. Desconocido y sorprendente porque radica en lo que era una de las fortalezas del equipo: la fiabilidad defensiva. Cuatro goles encajados en los dos últimos partidos, ocho en siete jornadas señalan la sobrevenida fragilidad del vigente campeón, que hizo de su imbatibilidad el pilar del título.
Si Xavi había detectado la falla, el Mallorca se encargó de hacerla pública para sonrojo de los azulgranas, que perdieron dos puntos más valiosos en términos de credibilidad que en efectos deportivos. Muriqi y Abdón Prats no desaprovecharon las pifias azulgranas, generando una herida que solo el tiempo curará mediante ceros en la portería de Ter Stegen.
Dos salidas de portería
No tuvieron el mismo origen los goles del Mallorca que los del Celta. Los de Palma nacieron de "errores impropios y clamorosos" fácilmente atribuibles a cuatro jugadores en diferentes grados de disfunción y responsabilidad: Ter Stegen, Araujo, Iñigo y Romeu. Todos se vieron involucrados en acciones sencillas, que agravaron la categoría del fallo. El primero fue producto de "una salida de portería mal entendida": de la propia primero, de la ajena después.
El 1-0 se origina tras una cesión de Iñigo a Ter Stegen. El central vasco no da continuidad a la acción mientras señala un lugar en el que debería haber alguien. Ter Stegen da un pase rutinario pero malo, fuera para Romeu (el más cercano), para Balde (el más alejado) o para Iñigo si hubiera ofrecido una línea de pase inmediata. El 2-1 comenzó "en un saque de portería del Mallorca", recordó amargamente Xavi.
El zapatazo de Rajkovic lo prolonga Muriqi anticipándose a Romeu. El balón va hacia Abdón que empieza y gana una carrera entre Araujo e Iñigo, desactivando una tardía salida de Ter Stegen en su afán de tapar el sutil toque del delantero.
Los encajados ante el Celta podían vincularse más a taras de alcance colectivo y pudieron ser subsanados con una avalancha de acierto ofensivo en los últimos minutos. El Barça se desordenó en la presión y el conjunto gallego supo detectar el lado débil en el primer gol y encadenó una formidable progresión ofensiva desde su campo en el segundo. En ambos partidos, el rival remató más veces entre los tres palos de Ter Stegen que el Barça a Iván Villar y Rajkovic.
"El año pasado nos dio mucha solidez la solidaridad y concentración en defensa", lamentaba Xavi en los vestuarios de Son Moix con un percetible tono de nostalgia. En su mente aparecían también los tres goles de Villarreal, que convirtieron el 0-2 en un 3-2 y que obligaron al Barça a un sobreesfuerzo para llevarse la victoria (3-4) que estaban gestionando. Y el de Chimy Ávila en Pamplona que igualó el 0-1. Un penalti de Lewandowski restituyó la victoria (1-2).
Los regalos del Barça
"Nos tenemos que concentrar más, lo hicimos mejor el año pasado", corroboró después de lamentar "la concesión de estos regalos", aludiendo a los que han fructificado en los últimos cuatro goles. Los deslices de esta campaña han propiciado que el Barça haya sumado dos puntos menos (17 por 19 entonces). La diferencia está claramente en la menor eficacia defensiva. El Barça sumaba 17 goles (9 de Lewandowski) y ahora cuenta con 18 (5 de Lewandowski). Pero había encajado uno (jornada 2, Real Sociedad, victoria por 1-4) y esa cifra se ha disparado a 8.
Esos 8 goles los acumuló el Barça campeón en la jornada 23 con su derrota en Almería (1-0). Hubo una crisis en el Bernabéu, con tres goles de una tacada (jornada 9, derrota por 3-1) como excepción en una cadencia de goles encajados lentísima: uno en Pamplona (1-2, jornada 14), uno en el derbi con el Espanyol (1-1, jornada 15) y uno en el campo del Betis (1-2, jornada 17). El Barça se proclamó campeón con 13 goles recibidos, los dos últimos cuando cantó el alirón ante el Espanyol y vencía por 0-4.
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