Qué bien hubieses quedado, Elena Fort, si hubieras dimitido

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

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Emilio Pérez de Rozas

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Podría, pero ya se ha escrito y hablado demasiado de los tuits de Elena Fort, nada más y nada menos que vicepresidenta institucional del Barça. Aquellos en los que señalaba a Sandro Rosell como el presidente que se cargó Barça TV, cuando Barça TV se la cargó ella y la junta de la que forma parte. Por no hablar cuando vomitó sobre Jordi Moix al cifrar el coste de la reconstrucción del Camp Nou en 800 millones y, con la junta de Fort, se ha ido a casi 1.500 millones (sin los dos Palaus).

No, no escribiremos hoy de esos deslices, que no son los únicos que ha protagonizado la vicepresidenta, que, al parecer, tiene las yemas de sus dedos demasiado veloces. A veces, sí, a veces. Anoche, curiosamente, pensaba en Jordi Llauradó, al que no tengo el gusto de conocer personalmente, pero que me parece un caballero integral: no estuvo de acuerdo cómo se llevaba el tema del Espai Barça y se fue. Sin hacer ruido. Algo así como “podéis hacerlo, en realidad lo haréis, pero no con mi aprobación”. Adiós, buen viento y barca nueva. Un señor.

Demasiado ego

Hay señoras (y señores) que o bien tienen un ego desmesurado, cosa fácil si formas parte de la junta del Barça, cosa más fácil aún si eres compañero/a de viaje de Joan Laporta o bien, simplemente, se creen que pueden seguir siendo vicepresidentes del ‘mès que un club’ pese a destrozar con su comportamiento y formas el tuétano de la entidad azulgrana.

El Barça, como escribí el otro día, no solo se puso de perfil cuando surgió el ‘escándalo Rubiales’, no, sino que ha terminado poniéndose de espaldas con un comunicado (tarde y horrible) tibio, casi vergonzoso, donde (casi) justifica el lamentable comportamiento (y las mentiras) del presidente de la RFEF y, fundamentalmente, ni siquiera se atreve a pedir su dimisión, que es lo que tocaría del ‘mès que un club’, la entidad que soporta el peso del nuevo y flamante campeón del mundo de fútbol femenino.

Elena Fort

Elena Fort / Javi Ferrandiz

No deja de ser curioso que mientras Fort, que hoy liderará la expedición del equipo femenino que se va de gira por México, asumía y firmaba ese tibio comunicado, que muchos justifican por el temor que tiene Laporta a que Rubiales, muy dado a las grabaciones, escuchas, fotografías, espionajes, seguimientos y demás, tenga material comprometido más allá del ‘caso Negreira’, pocos minutos después, en la cuenta personal de la vicepresidenta culé, aparecía un texto en el que exigía “la dimisión inmediata de Rubiales” porque “hacen falta aires nuevos”.

No deja de ser curioso que Josep Bobé, pareja de Elena Fort, criticase durísimamente la tibieza del Barça al no pedir la dimisión de Rubiales. “Pocas veces el FCB ha tenido la oportunidad de demostrar por qué somos más que un club, una frase que, hace años, ha quedado simplemente como una abstracción y que, a menudo, utilizamos para demasiadas cosas”, señalaba ayer Jobé.

Puede, sí, que Elena Fort defienda, está en su perfecto derecho, que una cosa es lo que opine el Barça y/o le interese al Barça (y a Laporta) y, otra muy distinta, lo que piense ella personalmente. Perfecto, sí. Pero si ella no está de acuerdo con el comunicado del club y la prueba de ello es que, particularmente, exige la dimisión inmediata de Rubiales “porque el auténtico drama es que él piensa que no ha hecho nada malo”, entonces debería dimitir porque, como señala su pareja, estamos frente a un ejemplo clarísimo en el que una entidad que se consideraba ejemplar más allá del fútbol y del deporte no puede ponerse de perfil. Elena Fort no se ha puesto de perfil, cierto, pero lo ha hecho con la boca pequeña, por la puerta de atrás, compartiendo y firmando un comunicado indigno del FCBarcelona.

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