LEYENDA AZULGRANA

'Batiste' Llopis, la singular historia del portero centenario del Barça

Disputó seis amistosos en las dos temporadas que defendió la portería azulgrana tras la guerra civil. Ahora tiene 102 años

Juan Bautista Llopis, junto a Rexach, en un acto reciente de homenaje.

Juan Bautista Llopis, junto a Rexach, en un acto reciente de homenaje. / periodico

Frederic Porta

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Mediados de noviembre, auditorio Casa de la Marquesa de Gandía. La Penya Blaugrana de La Safor conmemora el 40º aniversario de la remontada ante el Anderlecht con 200 de sus asociados dispuestos a disfrutar en platea gracias a las batallitas de 'Charly' Rexach, Juan Manuel Asensi, 'Tente' Sánchez y 'Torito' Zuviría, cuatro de los grandes protagonistas de aquella primera Recopa alzada en Basilea. Los aficionados barcelonistas alejados del centro neurálgico del club acostumbran a ser los más entregados y pasionales, dispuestos siempre a gozar o sufrir por la causa en grado superlativo. Se lo están pasando de rechupete rememorando tan inolvidable noche, como los goles de Krankl, Heredia y el eslalon de Zuviría que, antes de la tanda de penaltis, sirvieron para doblegar a la entonces poderosa escuadra belga. Resulta como un salto atrás en el tiempo, volverse a sentir joven o profundizar en el conocimiento de la historia que ha convertido el Barça en lo que es, caso de pertenecer a las nuevas generaciones.

Nadie espera el 'grand finale' de la sesión, les parecerá mejor aún que si apareciera Messi en persona. La Confederació Mundial de Penyes ha descubierto un tesoro humano, un incunable imposible. Aparece en escena el desconocido que dejará así su anonimato. Se llama Juan Bautista Llopis Llopis y luce unos increíbles 102 años en el DNI. Sí, centenario con creces. Esa misma mañana, el médico ha acudido a su casa de Carcaixent para sugerirle que ese resfriado creciente debería disuadirle de acudir al acto, no sea que se convierta en neumonía, dada su avanzadísima edad. Llopis le ha replicado que no, que no se pierde el encuentro por nada del mundo, que el galeno puede decir misa. Hará oídos  sordos al consejo médico.

Genio y figura

'Batiste' es puro genio y figura. Si algo se le mete en el magín, va con la idea hasta el final. Por tanto, vive aún solo en su coquetón apartamento de la calle Castelló, en el centro de Carcaixent, cerca de sus características casas de dos plantas y esas interminables huertas de navelinas y clementinas, las frutas que han marcado su vida, tanto como la pasión por el fútbol. A Llopis le cuidan sus tres hijos, seis nietos y seis bisnietos. Mantiene la voz fuerte, la memoria clara, la cabeza en estado envidiable y un alud de recuerdos que compartir con aquel que muestre curiosidad por su biografía.

Conserva la memoria y recuerda compartir vestuario con Escolà, Raich y Balmanya, "que salía con una pelotari profesional", apunta

Cada día no se conoce a alguien que llegó al mundo con el zar aún al mando de Rusia y las trincheras del Somme protagonizando la Gran Guerra. El portero ha desafiado la pena máxima, esa que cualquier humano debe finalmente afrontar. El auditorio de Gandía enloquece cuando Llopis les dirige la palabra y agradece la salva de aplausos, arropado por cuatro exfiguras 'blaugranas' que no disimulan su estupefacción ante el ancestro.

Repaso a la historia

Saltemos hacia el pretérito para repasar la biografía del portero centenario. 'Batiste' Llopis nace en el seno de una próspera familia de agricultores, propietarios de tierras dedicadas al cultivo de cítricos. Juega al fútbol vigilando los tres palos y consigue despuntar en Carcaixent. Tanto, que le capta el juvenil del Valencia. Allá se convierte en pilar de la escuadra junto a Ignasi Llácer, un medio que, como él, acabará en el Barça aunque por vericuetos menos complicados que los vividos por Llopis. El padre del joven, comerciante de frutas marca 'La Colombe' que exporta a Francia, contempla preocupado como el horizonte de la República se llena de nubarrones y le aconseja que despache cuanto antes el servicio militar, que se presente voluntario. Al fin y al cabo, se ha sacado ya el carnet de conducir a los 18 años y ese detalle puede suponerle una mili fácil como chófer de algún alto mando. Así sucederá, en la tercera brigada de Carabineros.

A sus 20 años estalla la guerra civil, la vivirá en retaguardia y le tocará, como a los chicos de su generación, prorrogar la mili tres años más de propina tras la victoria de los sublevados. Acortando la historia, Llácer y Llopis acaban captados por el Barça, entonces ya depurado y presidido por Enrique Piñeyro, el marqués de la Mesa de Asta. Llopis permanecerá dos temporadas en Les Corts (de 1941 a 1943), reclutado por el exportero Ramon Llorens, técnico de la entidad en la posguerra. No lo tendrá nada, nada fácil. La competencia bajo los tres palos resultará de aúpa, insalvable.

El titular es Lluís Miró, a quien le tocará, por ejemplo, pechar con el infame 11-1 en aquella encerrona copera de Chamartín. El suplente también es mayúsculo, Pepe Nogués, quien años después llegará incluso a entrenar al equipo. Y para colmo, también aparece Fernando de Argila, otro excelente cancerbero al que la vida y el tiempo convertirán en abuelo de Viran Morros, internacional de balonmano.

Bajo estas circunstancias, Llopis apenas disputa seis amistosos con el Barça. Debuta en Les Corts ante el Europa, marcador final de 7-2. Comparte vestuario con las figuras de la época, Raich, Escolà, Martín, Balmanya... Y aún las refresca hoy: "No me pidas que recuerde linealmente cosas que pasaron hace 80 años. Me quedan detalles: Balmanya, por ejemplo, salía con una chica que era pelotari profesional. Mariano Martín era un delantero fabuloso, capaz de empalmar centros en el aire con las dos piernas. Era otro fútbol, mucho más duro, y le quebraron pronto la rodilla, una lástima”.

"Un día vino Samitier a entrenarnos y me dice que salte por la pelota por encima de una silla: 'tírese con mucha ilusión y verá como no nota el dolor en la caída'. Sí, seguro. El batacazo era tremendo"

Juan Bautista Llopis

— Exportero del Barça

Hizo entrañable amistad con Josep Seguer que perduraría décadas. Seguer, conocido por 'el Diesel' a causa de su constante fiabilidad, empezó como interior y acabaría siendo el lateral derecho del Barça de les Cinc Copes. Llopis recuerda que Les Corts perdía la hierba cuando avanzaba la temporada y, en consecuencia, volvía a ser rectángulo de pura tierra. Y el detalle conduce a una impagable anécdota: “Una vez, vino Samitier a entrenarnos, imagínate, todo un mito. El hombre coloca una silla y me dice que salte a por los balones que lance por encima de ella. Y suelta: 'usted tírese con mucha ilusión para atrapar la pelota y ya verá como no nota el dolor en la caída'. Sí, seguro. Ya podía dárselas de psicólogo que el batacazo era tremendo...”. 

El sueño de visitar el Camp Nou

Los palos del viejo santuario aún eran cuadrados y los futbolistas, por supuesto, no llevaban número en la espalda. Les Corts, recuerda Llopis, siempre estaba lleno, impresionaba su runrún. Pero no había manera de superar a la competencia. Por tanto, el padre le reclama para el negocio familiar y Batiste vuelve a Carcaixent convertido en una celebridad: “Después de jugar en el Barça, imagínate cómo me trataban en el pueblo. Era una persona importante. Me saqué el título de entrenador y estuve siete años seguidos llevando al Carcaixent, que estaba en Tercera y se enfrentaba al Levante y Villarreal, por ejemplo. Conmigo se ahorraban dinero, no tenían que pagar a un 'mister'”.

Llopis vivía de la naranja y gozaba por el fútbol. Tanto que, ya entrenador, organizó su luna de miel en Palma para que coincidiera con un Mallorca-Carcaixent. Su flamante esposa desconocía el hecho y, de repente, se encontró con un cartel que anunciaba el envite. Batiste era un pillo: “Al verlo, le dije: 'mira, qué casualidad, si jugamos aquí. Venga, vamos al estadio'”. Y allá que fueron los recién casados.

Juan Bautista sigue el Barça por televisión y la Confederació Mundial de Penyes quiere llevarle al Camp Nou, donde nunca ha estado

Siguió aferrado al fútbol, preparó a equipos de la zona, como el Algemesí o el Benifalló, y hasta llegó a ceder su carné, ya octogenario, a su propio hijo para que el apellido siguiera en el banquillo. Hablando de papeles, Llopis enseña un permiso de conducir con vigencia hasta el 2020: “Hace cuatro días, seguía conduciendo hasta la ermita de Sant Roc, pero me paró la Guardia Civil y me hicieron enseñar el DNI y el carnet. No se creían que tuviera cien años, se quedaron de piedra. Un agente, en plan socarrón, me soltó: 'pues nada, siga y a conducir cien años más'. Aquel día se me pasaron las ganas de continuar al volante, casi me sonrojé”.

Juan Bautista seguirá día a día, partido a partido, como los que sigue disfrutando por televisión en su pasatiempo favorito. Ahora, los de la Confederació Mundial de Penyes le han metido otro estimulante gusanillo en el cuerpo: Como no ha estado nunca en el Camp Nou, quieren llevarle pronto allí, para que vea a Messi desde el palco, invitado por la directiva. A él, cómo no, le encanta la idea, aunque, con esos 102 años, la logística resulte singular. Habrá que buscar partido con sol, sin frío, llevarle y traerle de Carcaixent en buen coche y procurar que no se emocione en demasía con el homenaje. Y en esas están. Al fin y al cabo, no descubres cada día que cuentas entre tus filas con un singular portero de 102 años. Y en plenitud de facultades, encima.