Llegada de personalidades al premio Català de l'Any' (2014) en el TNC.

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Valencia, 1994. Tras cinco años de estudios y clausura en un convento valenciano, sor Lucía Caram decide no regresar a su Argentina natal -nació en Tucumán, en 1966- y viajar al convento de Santa Clara de Manresa, donde desde entonces convive con otras cuatro monjas dominicas. «Mis hermanas de comunidad son un tesoro para mí, y me cuidan», expresa Caram. Para todas ellas, el plato de comida para el pobre es oración. «Por eso elegí venir aquí. La Iglesia en Catalunya era más abierta, y la atención a los más desfavorecidos era una opción en el convento de Manresa», explica quien ayer consiguió el premio Català de l'Any. El reconocimiento se lo llevan ella y sus causas, un binomio inseparable.