Varios inmigrantes, encaramados en el tejado de la nave incendiada

RICARD CUGAT / VÍDEO: ACN

El título define lo que ha venido sucediendo en un pasaje de la Verneda en los últimos meses. El colmo de la miseria. El relato policial habla de un hombre de 24 años, vecino de Sant Martí y de nacionalidad española, que en algún momento después del verano se dio cuenta de la llegada de un grupo de subsaharianos a una nave abandonada del barrio. Lejos de echar una mano, decidió extorsionarles y reclamarles 40 euros al mes. A cambio de nada. O sí: de evitar lo que sucedió el martes. Al no cobrar cuando a él le venía bien, a pesar de que el inmueble nunca fue suyo, decidió prender fuego a la fábrica cuando 14 de estos jóvenes estaban dentro. Algunos quedaron atrapados en el interior y solo pudieron evitar las llamas trepando por los tejados cercanos. Por suerte, y porque las autoridades llegaron a tiempo, no hubo que lamentar heridos, tan solo un tobillo torcido. Este callejón, muy cercano a los terrenos de la Sagrera, queda lejos de los asentamientos del Poblenou, lo que viene a demostrar dos cosas: que el fenómeno sigue muy activo en la ciudad y a la espera de una solución, y que se ha producido una cierta diáspora que dificulta su control.