COMPRA AL POR MAYOR

Con la propiedad llegó la agresividad

Una niña pasa ante una manta con bolsos falsificados de varias marcas, en Roses.

Una niña pasa ante una manta con bolsos falsificados de varias marcas, en Roses.

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Bassirou es un imponente nigeriano de metro noventa y espalda de armario. Lleva 18 años en España y estuvo un tiempo trabajando en Granada. Hace muchos años que para sobrevivir recurre a la venta ambulante ilegal en Roses. Defiende su actividad a capa y espada. «No robo ni vendo droga, y tengo que vivir», afirma. Como les ocurre a la mayoría de sus compañeros, su sustento depende de su mercancía y no está dispuesto a que se la confisque la policía. Esa es la razón por la que años atrás se produjeron enfrentamientos entre manteros y agentes, algunos tan violentos que se saldaron con heridos.

En el 2012, en pleno apogeo de estos tumultos, el comisario Joaquim Belenguer, entonces responsable de los Mossos en Girona, lo justificaba así: «Los vendedores son más agresivos porque, contrariamente al mito de que existe una red criminal que los controla y los esclaviza, en el caso de Roses no se da este hecho. Los propietarios de los productos que venden son los mismos vendedores. Se agrupan por familias o por grupos de afinidad y compran la mercancía al por mayor en establecimientos del área metropolitana».Pero no siempre fue así. En Roses hubo un tiempo en el que el negocio del top manta estaba controlado por cuatro o cinco personas, que tenían una red de vendedores que trabajaban para ellos. «Entonces, cuando se hacía una actuación policial para decomisar el género, los vendedores te lo daban sin ningún problema porque no era de ellos», recuerda uno de los profesionales que estaba al corriente de esos dispositivos. El cambio en la organización de los manteros desató los enfrentamientos, con persecuciones por el paseo y por la playa que eran abucheadas por los turistas, que en su mayoría acostumbran a ponerse de parte de los vendedores. Unas escaramuzas que han ido a la baja, igual que las incautaciones de género, que llegaron a sumar toneladas.

Las asociaciones de comerciantes siguen poniendo el grito en el cielo cada año y acusan al ayuntamiento de incapacidad a la hora de frenar a los manteros. Entres sus cálculos afirman que cada vendedor ilegal gana diariamente unos cien euros y que la venta ambulante les supone unas pérdidas anuales de tres millones de euros. F. C.