Al contrataque
Ganar con trampas
La horchata en vena después de un escándalo político, como el de Ciudadanos en Castilla y León, suele significar que alguien importante estaba al tanto o que es necesario encubrir a alguien a quien no quieres perder
Cristina Pardo
Periodista
Cristina Pardo
Lo peor de las primarias de Ciudadanos en Castilla y León deja de ser la trampa en el momento en que ves la reacción a la misma. O la falta de reacción, mejor dicho. Albert Rivera, que se presenta siempre como el máximo exponente de la regeneración y la pureza en política, está inmerso en una loca carrera de fichajes a izquierda y derecha. Una de las recientes incorporaciones ha sido Silvia Clemente, exconsejera y expresidenta de las Cortes en Castilla y León con el Partido Popular.
Más allá de las sospechas que persiguen a esta mujer por presuntas irregularidades en la concesión de ayudas a su marido y por el desorbitado coste de las reformas en su vivienda frente al salario oficial que ambos reciben, a mí me llamó mucho la atención cómo fue su paso de un partido a otro. Un día criticó en público a los populares, después de 15 años en la poltrona, y al día siguiente estaba fichando por otra formación política que le prometía lo que no había tenido hasta entonces: el liderazgo. Cuesta verlo como una cuestión de principios, la verdad.
Y también sorprende que Rivera aúpe con ese entusiasmo a una política que está sobrevolando los juzgados. Pero así fue. El aparato de Ciudadanos la llevó a primarias con una fuerza de la que no gozó el otro candidato, el diputado Francisco Igea. Los afiliados votaron y el resultado inicial reflejó la victoria de Clemente por apenas una treintena de votos. Es interesante, al margen de todo, que el proceso arrojara semejante porcentaje de contestación interna a Rivera. Sin embargo, lo mejor llegó a las pocas horas, cuando los partidarios de Igea detectaron que había 80 votos raros. La mayoría se habían producido de golpe, de madrugada, desde un par de ordenadores.
La comisión de garantías los revisó y, efectivamente, detectó irregularidades que, finalmente, dieron la victoria a Igea. La reacción de la dirección de Ciudadanos, en mi opinión, provoca estupor. Villegas restó importancia al fraude y lo redujo a “errores humanos por las prisas en el recuento”. Y añadió: “Hubo precipitación. Fue un día muy intenso y había muchas otras elecciones primarias para recontar y ofrecer cuanto antes los resultados”. Esperaba más contundencia, incluso enfado, contra quien haya podido manchar la imagen de Ciudadanos. Vería lógico el anuncio de una investigación interna, caiga quien caiga, para averiguar si detrás del pucherazo está Clemente o están partidarios de la dirección nacional. La horchata en vena después de un escándalo político suele significar que alguien importante estaba al tanto o que es necesario encubrir a alguien a quien no quieres perder. Y en todo caso, en materia de fichajes, conviene no hacer un Lopetegui.
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