La crisis catalana

Interceptado el bumerán independentista

La estrategia los independentistas ha sido un fracaso mientras ha supuesto un éxito para la derecha española

Partidarios de la independencia desplazados a Bruselas, se fotografían en el centro de la capital.

Partidarios de la independencia desplazados a Bruselas, se fotografían en el centro de la capital. / periodico

ÁLVARO OLEART

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"Europe, wake up!”  ("¡Europa, despierta!") fue el eslogan principal de los independentistas catalanes que se manifestaron en Bruselas el 7 de diciembre. La manifestación belga sigue el patrón de acción del gobierno independentista catalán de Junts Pel Sí, que podría ser descrito como una estrategia bumerán. El bloqueo de demandas a nivel nacional abre la puerta a sus promotores a buscar apoyo internacional. De tener éxito el bumerán, la presión internacional resultante tendría efectos directos en la correlación de fuerzas nacional.

Aplicada al 'procés', la estrategia estaba basada en internacionalizar el conflicto: había que ganar el relato en el extranjero para lograr el apoyo de estados miembros o la propia Unión Europea, que obligaran al Gobierno español a cambiar su posición con respecto a Catalunya. Por tanto, los medios de comunicación extranjeros eran actores centrales para el independentismo. La circulación del relato independentista por Europa podía traducirse en que el Ejecutivo español se viera forzado a negociar la organización de un referéndum con el Gobierno independentista.

La estrategia la lideró Raül Romeva, número uno de la lista de Junts Pel Sí y 'ministro' de Exteriores de Catalunya. Sin embargo, la repercusión del 'procés' hasta el 1 de octubre fue prácticamente nula, aunque cambió a partir de entonces: toda la prensa internacional se hizo eco de la violencia utilizada por el Estado contra ciudadanos que simplemente querían votar.

Eco mediático

De golpe y porrazo, el bumerán independentista empezó a circular por toda Europa y gran parte del mundo. La BBC, France 24, 'The Guardian', 'Le Monde', 'Le Soir', 'The New York Times', 'The Washington Post' y muchos otros medios internacionales se interesaron por el conflicto, atraídos por el relato de David (Catalunya) contra Goliath (España), así como por el personaje de Carles Puigdemont, desconocido hasta entonces.

Políglota, el 'expresident' dio entrevistas a diestro y siniestro en francés, inglés, español y catalán, explicando el maltrato del Estado español contra la "nación catalana". Además, su relato se alimentó de la torpeza del Ejecutivo español, incapaz incluso de reconocer la violencia aplicada por la Policía y la Guardia Civil el 1 de octubre.

La UE cierra filas

El viaje secreto de Puigdemont a Bruselas el 29 de octubre (poco antes de que se le imputara legalmente) se enmarca en esta estrategia. En la primera rueda de prensa tras su llegada, solo se permitieron preguntas de medios de comunicación catalanes o internacionales, pero no españoles. No obstante, en la modernidad líquida en la que vivimos los conflictos en los medios de comunicación vienen y van; pocos se quedan. La violencia del 1 de octubre ha pasado ya a la historia, en gran parte porque todos los gobiernos europeos y la propia UE han cerrado filas en torno a Rajoy.

La estrategia del bumerán ha sido, por tanto, un fracaso para el independentismo, pues la forma en la que ha vuelto ha provocado que la independencia no solo esté ahora más lejos que nunca, sino que la aplicación del artículo 155 de la Constitución ha hecho incluso retroceder la autonomía de Catalunya.

Pero para quien sí ha sido muy exitosa es para la derecha española, pues el árbol catalán está tapando el bosque de los problemas reales de la sociedad española. El independentismo la ha levantado en bloque al tiempo que ha debilitado y dividido a la izquierda española y catalana, efectos ambos que se pueden ver en el incremento de voto a Ciudadanos en los sondeos.

Soberanía, nación, patria o ley y orden, los conceptos preferidos de la derecha, son motivo de discusión diaria en España. En cambio, desigualdad, corrupción, recortes, cambio climático, pobreza o capitalismo, términos más queridos por la izquierda, han desaparecido del debate gracias a la polarización entre nacionalismos.

Catalunya como excusa

El resultado es que Catalunya ha servido como excusa para que el Gobierno en minoría del PP evite controversia alguna sobre su propia corrupción o los recortes en sanidad y educación. Y, en Catalunya, el 'procés' ha servido para aupar a Ciudadanos, un partido ideológicamente muy próximo al PP, al tiempo que ha dañado a los Comunes, ganadores de las últimas dos elecciones generales en Catalunya.

Los independentistas han movilizado habitualmente a George Orwell para sostener el relato internacional sobre la especificidad catalana. Sin embargo, como el propio Orwell nos explicó en su fantástico 'Homage to Catalonia', las luchas internas dentro de la izquierda facilitan un relato superficial del conflicto tanto a nivel nacional como internacional.