Editoriales

Pleno sobre la pobreza con pocos frutos

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La celebración de un pleno monográfico del Parlament sobre la pobreza en Catalunya suscitó esperanzas cuando, hace un mes, fue propuesto por PSC, ICV y la CUP y aceptado por CiU. Pero la sesión ha confirmado buena parte de los pronósticos más escépticos, porque los compromisos de los partidos para afrontar un problema social gravísimo son de bajo perfil. Nadie esperaba la adopción de medidas milagrosas para detener la creciente brecha de la desigualdad y el riesgo de exclusión que acecha a un tercio de la población, pero sí algo más que el fatalismo de que la Generalitat bastante hace con el dinero que tiene, argumento común a Artur Mas y los seis consellers que intervinieron en el debate. El president se escudó en que el Estado no proporciona a Catalunya los medios adecuados, lo que tradujo en la conveniencia de su estrategia soberanista. Pero, como se encargaron de subrayar algunas organizaciones que trabajan por los más desfavorecidos, un Estado propio no garantiza per se menos desigualdad entre sus ciudadanos, sino que eso depende de las prioridades políticas que se establezcan. Los pragmáticos considerarán un avance que el Parlament haya acordado mejorar la eficiencia de las becas comedor para las familias necesitadas o extender los beneficios para quienes sufren pobreza energética. Pero no deja de ser un magro resultado ante un problema que está desestructurando a la sociedad catalana. Sigue pendiente un gran pacto contra la pobreza y por la dignidad.