tú y yo somos tres

La madre de Merlí se declara apátrida

Anna Maria Barbany, en 'Merlí' (TV-3).

Anna Maria Barbany, en 'Merlí' (TV-3).

ferran Monegal

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Ha comenzado la tercera, y creo que última, temporada de '<i>Merlí'</i>, a mi juicio la mejor serie de TV-3 de los últimos años, con permiso de 'Nit i dia', también excepcional. 'Merlí' (Francesc Orella) imparte su primera clase explicando a los alumnos el pensamiento del filósofo alemán Walter Benjamin, aquel extraordinario pensador que huyendo del nazismo de Hitler, del comunismo de Stalin y del fascismo de Franco, recaló en el Hotel Francia de Portbou como breve lugar de tránsito. Pero allí murió, una muerte sobre la que todavía hay discrepancias: unos dicen que se suicidó con morfina, y otros que fue asesinado. Merlí no les habla a los estudiantes de la muerte de Walter Benjamín; les habla de las ideas que, mientras estuvo vivo, defendió. Les cuenta, con pasión: «Decía que la historia la escriben siempre los vencedores. Decía que los hechos ya no son lo importante, sino la manera de interpretarlos»; o sea, la manera de tergiversarlos. Y añade: «Benjamin decía que la historia deberían escribirla los vencidos, los derrotados que han visto cómo su verdad ha sido arrinconada y silenciada». Y lanza a sus alumnos la pregunta: «¿Eso os suena de algo?». Un alumno toma entonces la palabra y contesta: «La guerra civil, los del bando aniquilado». Hombre, está muy bien contestado. Pero habría sido fantástico que alguien hubiera dado también una pincelada de actualidad, añadiendo: «¡Y Coscubiela en el Parlament!. ¡Ah! Excúsenme que sueñe en voz alta. Ya sabemos que en TV-3 estas cosas no pasan. De todos modos, se ha producido en este capítulo un momento genial, que celebro que haya sido permitido. Es cuando Carmina (la gran Anna Maria Barbany) le dice a Merlí, su hijo, después de haber mantenido una conversación con una amiga de Madrid: «Cuando escucho a algún madrileño que me habla así, me hago pasar por independentista, 'Per fotre'l'». Yseguidamente exclama con un punto de profundo sentido trágico: «Soy demasiado catalana para vivir en Madrid, y demasiado española para vivir en Catalunya. ¡Soy apátrida!».

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¡Ahhh! Este golpe de Carmina Calduch, madre de Merlí, declarándose apátrida, es la mejor síntesis de lo que a algunos, no sé si a pocos, o a muchos, nos está pasando.