HISTORIAS DE 'JUEGO DE TRONOS' (11)
Historias de 'Juego de tronos' (11): es duro ser bastardo
Ernest Alós
Coordinador de Opinión y Participación
Periodista
ERNEST ALÓS / BARCELONA
Ayer hablabámos de los Estuardo, y hoy podemos seguir con ellos: pero no para recordar a los destronados reyes de Inglaterra y Escocia sino el papel de los bastardos de la nobleza, un tema presente en las novelas de George R. R. Martin. Incluso el recurso imaginativo de otorgar un apellido peculiar a los hijos ilegítimos (Nieve, Arena…) tiene alguna base en la historia británica. En el siglo XVII se recuperó el prefijo Fitz (hijo, fill), equivalente al –ez castellano en tiempo de los normandos, para reconocer a los nobles nacidos fuera de un legítimo matrimonio y por lo tanto sin derechos dinásticos. Así Fitzroy sería el hijo de un rey, FitzClarence un bastardo del duque de Clarence o FitzJames un descendiente extramatrimonial de James II, Jacobo Estuardo.
La carrera en la corte de un bastardo tenía limitaciones pero también posibilidades: un Fitzjames podía llegar a ser duque de Berwik, mariscal de Francia y conquistador de Barcelona, y sus descendientes, hasta hoy mismo, duques de Alba. Pero también debían enfrentarse a los recelos de sus medios hermanos, hijos de la esposa legítima: véase la tensión entre Felipe II y Juan de Austria, Jeromín de niño, a quien el soberano admitió en la familia real pero sin concederle los título de infante y alteza y le encargó una tras otra las tareas más difíciles (moriscos, turcos, Italia, los Países Bajos) sin quitarle nunca un ojo de encima.
Y es que reconocer como legítimo a un bastardo en caso de no tener descendencia, en lugar de dedicarlo al servicio de la espada o del altar, no era tan fácil como en ‘Juego de tronos’. La potestad del Papa de acceder a esta demanda se convertía en un arma política de primer orden: y así acabó la casa de Barcelona, extinguida porque no se llegó a reconocer como heredero a Frederic de Luna, hijo del fallecido Martí el Jove y su amante siciliana Tarsia Rizzari. Ramsay y Jon Nieve podrán sentirse muy torturados por su condición, pero ese otro Martin se lo ha puesto más fácil…
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