en tres minutos

Josep M. Castellet: «No caía en pequeñeces»

El premio Blanquerna reconoció la proximidad de Semprún con Catalunya. Castellet reconstruye este historia.

Josep Maria Castellet.

Josep Maria Castellet.

ERNEST ALÓS
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

-¿Cómo conoció al Federico Sánchez de la clandestinidad?

-En Madrid, a principios de los 60, en casa de Alfonso Sastre. Allí empezó una relación que siguió cuando lo invité a un encuentro de escritores que quería que conociera, en Florencia, en 1962. La primera vez que escritores catalanes salieron al extranjero en grupo: Foix, Vallverdú, Sarsanedas, Cirici... Hicimos un aparte.

-¿Cómo actuaba ese Semprún? ¿Buscando compañeros de viaje?

-Eran dos cosas completamente diferentes el trabajo de partido y la recogida de información, sin hacer proselitismo. La tercera vez se presentó en mi casa sin avisar. ¡Impresiona entrar en el ascensor y encontrarte con que te espera dentro un miembro del comité central del PCE! Quería verse con gente y me preguntó por un lugar sin ningún aire de clandestinidad. Le propuse el Sandor, porque allí eran todos más o menos fascistas. Se movía con una tranquilidad absoluta, como ningún otro dirigente comunista. Estaba seguro de que la policía no tenía fotos suyas y cuando hacía estas cosas iba bien vestido, encorbatado.

-También compartieron un viaje a Cuba en 1968...

-En un grupo con Javier Pradera y Luis Goytisolo, con Heberto Padilla como guía. Sus críticas a la falta de libertades impactaron bastante a los que eran antiguos comunistas.

-¿Entendía mejor a Catalunya que otros intelectuales españoles?

-Fue una opción personal: era muy amigo de gente como Tàpies, Raimon, Folch... Su conversación era muy amplia y generosa, esto ayudó mucho a mantener una amistad a lo largo del tiempo con este grupo.

-Como ministro la relación fue positiva, también.

-Tuvo interés por mantener una buena relación institucional con la Generalitat. Con él, algunos catalanes tuvimos la oportunidad de hablar con un intelectual español que estaba por encima de nosotros, por encima de los pequeños o no tan pequeños problemas históricos entre España y Catalunya. No caía en las pequeñeces. Es que los problemas que planteaba en sus libros están muy por encima de todo eso. Haber sido uno de los grandes testigos, como protagonista, de la posguerra europea, haber vivido Buchenwald y la crisis de los partidos comunistas como protagonista, le daba una mirada amplia de intelectual europeo, sin rencores, sin los prejuicios con los que cargan otros intelectuales españoles.