y cierre

Utopía 'hippy' en La 2

Michelle Obama, esposa del presidente de EEUU.

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NACHO Para

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Ahora, para vivir bien, hay que trabajar», se quejaba ayer una viejahippyen el documentalIbiza, la utopía posible. El reportaje fue como un oasis en la mañana televisiva, en la que era imposible escaparse del pesimismo económico, de la catastrófica mirada de los popularesLuis Montoro, en TVE, yCarlos Floriano, en Intereconomía, para quienes la mejora del paro solo es otro síntoma del apocalipsis.

La mujer de La 2 contaba que llegó a la isla en los 60, que se educó en la comuna de Summerhill, que aprendió biología en el bosque y que aún sigue viviendo«aislada en una montaña y rodeada de animales». A ella la crisis ni le va ni le viene, aunque deslizó un incontestable análisis:«Puede que los hippies no sirvieran de nada, que todo acabara adulterándose, que solo fuésemos un sueño devorado por el capital, pero aquella utopía vuelve a cobrar vigencia. El desplome del sistema acabará devolviendo al ser humano de la ciudad al campo, del urbanismo salvaje al ecologismo, de la explotación energética a la espiritualidad, del abuso farmacéutico a la salud naturista». Un compañero suyo, de greñas canosas y mirada sabia, apostilló:«La cuestión que nos condenaba era si fumábamos o no marihuana. La cuestión siempre fue esa, no si la sociedad debía beber o no alcohol, contaminar o no, ganar dinero o no como vía para ser feliz».

Tratando de mantener su vida en reservas como las de los siuxs, loshippiesnos recuerdan lo equivocados que estábamos entregándonos al crecimiento insostenible, meta tan quimérica como la esencia delhippismo, condenado por ingenuo. ¿No era más ingenuo pensar que podríamos mantener aquel nivel de vida?

Viendo la pleitesía con la que la Costa del Sol se prepara para recibir aMichelle Obamaestá claro que estamos lejos de haber aprendido la gran lección de humildad que ha impartido esta crisis. Ayer, enSé lo que hicisteis(La Sexta) llamaron al restaurante Alabardero Beach Club de Marbella haciéndose pasar por el gabinete de la primera dama de EEUU. El encargado del negocio picó el anzuelo: accedió a preparar un gazpacho sin cebolla, ni pimiento, ni tomate, ni aceite, ni sal para contentar a la pequeña Sasha; no puso problema en comprometerse a servir chili con carne haciéndolo pasar por un plato típico español y hasta se mostró dispuesto a retirar de la carta el arroz negro, o cambiarle el nombre porarroz de coloroafroamericano, para no molestar a la señoraObama.