EL APRENDIZAJE DE LENGUAS EXTRANJERAS

La universidad y la crisis desatan una fiebre por el inglés

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

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La crisis, más concretamente la necesidad de muchas personas en paro de mejorar sus currículos, y las nuevas exigencias académicas, que obligan a acreditar el dominio de una lengua extranjera para obtener un título de grado universitario, han despertado en los últimos años una fiebre generalizada por el inglés. O por el certificado de inglés. La demanda para estudiar cursos de idiomas en centros privados se ha disparado desde el 2010 en un 150% en el conjunto de España, mientras que en Catalunya las escuelas oficiales de idiomas, de titularidad pública, han incrementado su número de alumnos en más del 65% en la última década.

Lo malo es que el fenómeno, en el que participan personas de todas las edades y condiciones sociales, ha dado pie en algunos lugares «a una especie de burbuja lingüística, con una proliferación de academias y de profesores particulares, que, en ocasiones, no tienen ni la formación ni el reconocimiento oficial para la enseñanza de un idioma», advierte Rachel Keogh, directiva de Cambridge English, la compañía filial de la Universidad de Cambridge que organiza los conocidos exámenes de inglés para extranjeros. Esta compañía, por ejemplo, tiene acuerdos con 20.000 entidades de todo el mundo a las que reconoce como organizadoras de sus pruebas.

INTRUSISMO PROFESIONAL

«No todo el que sabe inglés, aunque sea nativo anglófono, está capacitado para dar clases de inglés», agrega Xavier Ballesteros, director de Márketing de Cambridge English en España. «En algunos foros se está hablando incluso de la aparición de una cierta burbuja lingüística y aunque esta no sería una burbuja comparable a la inmobiliaria, porque sus efectos no son los mismos, sí que está causando frustración y pérdida de dinero a muchos ciudadanos», avisa.

«Sin duda alguna, en los últimos tiempos ha crecido la competencia desleal», confirma Aidan O'Toole, presidente de la federación española de centros de enseñanza de idiomas (FECEI). «Lo peor es que para muchos estudiantes lo barato acaba saliendo caro, así que tenemos que concienciar al público para que sepa diferenciar entre los centros de idiomas de confianza y los centros 'low cost' de reciente apertura», clama O'Toole, evidentemente preocupado por los intereses del colectivo al que representa.

En un centro privado, el precio medio de una clase de inglés es de en unos 10 euros por hora. Por eso, para prevenir la fuga y posibles engaños a alumnos, la FECEI ha puesto en marcha una campaña de concienciación dirigida a quienes estén interesados en aprender idiomas. «Se les aconseja que, antes de formalizar una matrícula, comprueben a qué asociaciones profesionales pertenece el centro, el número de años que lleva abierto y su trayectoria profesional, el perfil de sus responsables y de los profesores y el número de candidatos que certifican al año en los niveles del marco de referencia europeo», indica.

Tampoco está de más, añade, «tener en cuenta cuántas aulas digitalizadas tiene la academia y qué recursos pedagógicos ofrece a los estudiantes fuera del aula, ya sean videotecas, plataformas digitales o tutorías».

MAYORES EN PARO

Una de las franjas de edad que más se ha lanzado a estudiar inglés es la de mayores de 45 años, «en muchos casos para mejorar sus posibilidades de encontrar o mejorar su empleo», explicaba recientemente una responsable de la empresa de trabajo temporal Manpower. «Las empresas valoran los idiomas por un tema de globalización: como el mercado interior está tan parado, apuestan por la exportación y eso requiere de profesionales que hablen inglés», añadía. Más del 60% de las ofertas de trabajo que ha tramitado Manpower estos últimos años para ocupar empleos indefinidos pedían inglés.

Entre los jóvenes, las motivaciones son distintas. Los estudiantes que han empezado la carrera este curso 2014-2015 se han encontrado con el anuncio de la Generalitat de que, cuando la terminen, tendrán que certificar un nivel de inglés de un B-2 como mínimo (equivalente al First Certificate) para poder conseguir el grado universitario.