El temporal pasa factura

{"zeta-news-image":{"imageSrc":"http://especiales.elperiodico.com/graficosEEPI/cas/logomalaspina653CAS.jpg","isExternal":true}}

 

EXPEDICIÓN MALASPINA / 22 de febrero del 2011

Trabajos en la cubierta del 'Hespérides', la semana pasada.

Trabajos en la cubierta del 'Hespérides', la semana pasada. / periodico

LUIS MAURI

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El Índico, el más desconocido, el menos explorado de los océanos, sigue imponiendo su caprichosa ley a los expedicionarios de Malaspina. Los científicos embarcados en elHespérides han cumplido su tercer día de parón forzoso a causa del temporal que atrapó el sábado al buque y que, contraviniendo día tras día las predicciones, se niega a liberarlo. La nave, que se aleja de África por el sureste de Madagascar, estaba este mediodía en el centro mismo de la borrasca, en la posición 31º 41 de latitud sur y 54º 47 de longitud este.

Además de la interrupción de los trabajos de muestreo, el temporal ha empezado a cobrarse otras facturas. El agua que entraba por una escotilla mal ajustada ha causado esta mañana un cortocircuito en el laboratorio de popa. El fuerte balanceo ha causado daños en varias tuberías. Las olas se cuelan por el sistema de ventilación y empapan el suelo de la cocina. El oleaje, con crestas de seis metros de altura, y el viento, con puntas de 85 kilómetros por hora, han tumbado en cubierta unas piscinas donde los investigadores realizan incubaciones de plancton. Al salir para recolocarlas y trincarlas bien, una ola titánica ha barrido la cubierta y ha derribado al sargento primero Germán Beceiro, el encargado de las maniobras en el exterior. Beceiro, bético hasta el tuétano y muy experto en su trabajo, ha salido indemne del revolcón.

Las palabras que más veces repite a bordo este militar, siempre dirigidas a los científicos que toman parte en las maniobras en cubierta, son estas cuatro: “Es por tu seguridad”. Ponte el casco; es por tu seguridad. No salgas a cubierta sin el chaleco salvavidas; es por tu seguridad. No olvides las botas reforzadas; es por tu seguridad. Con chanclas, ni hablar, ni en un crucero por el Caribe; es por tu seguridad...

Estos días, la insistencia de Beceiro cobra todo su sentido. ElHespérides es un buque de tamaño mediano y muy robusto (mide 82,5 metros de eslora, poco menos que el terreno de juego del Camp Nou, y 14,3 metros de manga, y su casco de acero está capacitado para abrirse paso entre hielos de medio metro de espesor), pero no es un crucero de recreo, sino un barco de trabajo. Los espacios en los laboratorios son espartanos y muy reducidos, y la cubierta está abarrotada de maquinaria, cables de acero tensados y equipos técnicos. Incluso con la mar plana, elHespérides te brinda una oportunidad de romperte el espinazo en cada dos metros. Con este oleaje, es imprescindible tener todos los bultos (equipos, cajas, ordenadores, cámaras...) bien trincados y poner especial cuidado al subir y bajar las empinadísimas escaleras que llevan de una cubierta a otra, con las que forman casi un ángulo recto: hay que servirse de pies y manos y nunca avanzar con menos de tres puntos de apoyo.

Además de los desperfectos, la incomodidad general y los mareos intermitentes, el temporal también da lugar a situaciones cómicas, o ridículas, según se mire. El primer día de temporal, este periodista pagó la novatada en la ducha. Un fuerte golpe de mar escoró el buque de tal modo que el agua acumulada en el plato de la ducha salió catapultada, barrió el cuarto de baño, rebasó el marco elevado de la puerta e inundó el camarote.

Después de tres días de montaña rusa perpetua, ya nadie a bordo se atreve a aventurar cuándo amainará la tempestad. Es posible que mañana, miércoles, la situación continúe igual y el jueves haya calma. Solo es una posibilidad. "Todo tiene su lado positivo", filosofa el comandante delHespérides, Juan Antonio Aguilar. "En estos tiempos en que parece que basta con pulsar la tecla de un ordenador para que todo suceda a tu antojo, el océano nos recuerda que no somos tan poderosos como creemos. El mar pone a cada uno en su sitio".