Gente corriente

Luis Bejarano: "La furgoneta iba llena de tubos de ensayo"

En una furgoneta recorrió 7.000 kilómetros durante dos meses y medio. ¿Para qué? Para llevarse la saliva de los niños.

«La furgoneta iba llena  de tubos de ensayo»_MEDIA_1

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MAURICIO BERNAL

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«Amparito», le decía Luis Bejarano a la voz femenina del GPS, la que le daba las indicaciones y le decía qué caminos coger. Dos meses y medio al volante de una furgoneta, tanta carretera y tantos kilómetros sin compañía pueden acabar con un hombre bautizando a su GPS, y hablando con él. A Bejarano, investigador del Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona, un hombre afable y hablador, muy apreciado en su entorno, le tocó bailar con la más divertida: hace unos meses lo llamaron y le propusieron recorrer España recogiendo muestras de saliva de estudiantes de 15 años, o lo que es lo mismo: que se echara a la carretera y a la aventura.

-Me llamaron un día y me dijeron: «¿Te apetece pasarte dos meses dando la vuelta a España, recorrer 7.000 kilómetros y tomar muestras de saliva de niños de 15 años?».

-¿Y usted qué dijo?

-Dije: «Déjame pensarlo». Porque 7.000 kilómetros son 7.000 kilómetros. Piense que he tenido etapas de 600 kilómetros. ¡600! Requiere incluso, le diré: preparación física.

-Le tiene a uno que gustar conducir.

-Y a mí me gusta. Mucho.

-Pero no aceptó por eso, sospecho.

-Hay dos razones básicas por las que me apetecía hacerlo. La primera es que habiendo dos biologías, la de bata y la de bota, y habiendo sido yo siempre un biólogo de bata, este trabajo era una gran oportunidad para hacer biología de bota. La segunda es que me gustaba la idea de enseñar a los chicos lo que hacemos los científicos, y por qué.

-O sea, que no se limitaba a llegar a los colegios, coger las salivas y marcharse.

-No, la visita incluía dictar una charla, y yo tenía dos: una sobre el microbioma y otra sobre la vida de un investigador. Vamos, mi vida. Por lo general pedían la segunda.

-El microbioma bucal. Su objetivo.

-Sí, las muestras van a servir para analizar las bacterias y los hongos del microbioma bucal, para identificar las diferencias y determinar en función de qué las hay: el medioambiente, la comida, las diferencias socioeconómicas. Por eso los alumnos también llenaban un cuestionario. No es el primer trabajo de este tipo, pero sí es el primero con tantas muestras, y el primero que además de las bacterias va a mirar los hongos, que antes costaba más identificar.

-Un proyecto que solo se podía llamar Saca la lengua, claro. Hablemos de la ruta.

-Pues mire, salí de Barcelona y de aquí fui a Palma, de Palma a Castellón, luego a Valencia, luego a Murcia, luego a Málaga… Sevilla, Madrid, Ourense... Sí: Pontevedra, Burgos, Bilbao, Navarra, Zaragoza y Barcelona.

-¿Qué llevaba en la furgoneta?

-Bueno, para empezar llevaba los tubos para las muestras, o sea, que esa furgoneta al principio iba toda llena de tubos de ensayo. Llevaba una centrifugadora, para separar la saliva de los microorganismos, y un congelador para guardar las muestras... Mientras las enviaba por correo, cosa que hacía a medida que avanzaba. Y en el espacio que quedaba, mi ropa. Y estaba la cama, claro.

-Sí, dormía en la furgoneta, ¿no?

-Me buscaba un cámping y ahí me quedaba, y ahí hacía la colada. A veces dormía en un hotel, aunque poco. De 80 noches, 15 las pasé en hoteles. ¡Ah! Era maravilloso...

-Me contaron los del centro que nunca pasaba notas de gastos.

-¡Es que siempre me invitaban a comer! También acabó siendo un recorrido gastronómico muy, muy interesante, por cierto.

-¿Problemas en el camino? Averías...

-No. Una vez la furgoneta se quedó medio enterrada en Castro Urdiales, donde llevaba dos semanas lloviendo, y sacándola de ahí quedé lleno de barro hasta las cejas. Pero ya está, no fue grave.