LA MISIÓN CIENTÍFICA DEL 'HESPÉRIDES' EN EL íNDICO / Y 3

Un fantasma en alta mar

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EXPEDICIÓN MALASPINA / 6 de marzo del 2011

Este es un barco muy particular. Ningún otro buque de la Armada navega tantos días al año. Toda su dotación es voluntaria. En él cohabitan científicos y militares.

El gimnasio del 'Hespérides'.

El gimnasio del 'Hespérides'. / periodico

LUIS MAURI / Enviado especial a bordo del 'Hespérides'

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Javier Alonso se acostó una noche como okupa y músico punk fallido en Roma y se despertó la mañana siguiente como oficial de la Armada española en Canarias. Es una caricatura, por supuesto. Entre una escena y la otra pasó más de una noche, pero no tantas como cupiera imaginar: apenas cuatro años. Después de servir como oficial de información de combate en tres misiones en el Líbano, el alférez de navío Alonso hoy navega en elHespérides, el mayor de los dos buques oceanográficos de la Armada.

Antes de Roma, este madrileño de 30 años se había buscado la vida en Manchester. "Primero, vendí tabaco en la calle. Después fregué platos y serví mesas". Podría decirse que este oficial de la Armada, un hombre despierto, curioso y comunicativo, tiene algo especial. Pero es que elHespéridesno es un buque corriente.

De la flota de la Armada, este barco es, de largo, el que más días navega al cabo del año: unos 270, nueve meses, más del doble de la media. Todos y cada uno de sus 55 tripulantes son voluntarios; ningún militar es destinado forzosamente al Hespérides. También es la única nave de la Armada operada por un ente civil, el CSIC, y en la que conviven militares con científicos y técnicos civiles.

Alonso se enroló en el Hespéridespersiguiendo un sueño aventurero: dar la vuelta al mundo. Eso está haciendo ahora mismo en la Expedición Malaspina, la mayor misión oceanográfica de la historia de España, en cuya etapa Ciudad del Cabo-Perth va embarcado EL PERIÓDICO. "Vine para esto y para llegar a la Antártida, el último lugar no corrompido por el hombre, donde los animales no nos temen porque no nos conocen".

Por la misma razón ingresó en la Armada el marinero Bruno Santos, coruñés, 27 años. Leyó un reportaje sobre el Hespéridesy no lo pensó más. Satisfecho el propósito, cuando termine el contrato volverá a la vida civil. Otro marinero, el tinerfeño César González, 21 años, estudiaba para marino mercante. De pronto le asaltó una duda. ¿Serviría él para esa vida desarraigada? Antes de seguir adelante, decidió probarlo. Ingresó en la Armada y solicitó ir alHespérides. Ahora ya lo sabe: "Es fabuloso, pero creo que no quiero que mi vida sea siempre así".

Todos son voluntarios

Aunque todos son voluntarios sabían a dónde iban cuando pidieron este destino. Navegar nueve meses al año resulta duro. "Es muy difícil conciliar la familia con este régimen de vida", apunta el comandante del buque, Juan Antonio Aguilar, madrileño, 51 años, apasionado de la astronomía. Y agrega: "Por eso muchos miembros de la dotación carecen de cargas familiares". Como él mismo. Como Alonso. Como la alférez de navío Elena Villar, gaditana, 35 años, la única mujer entre la oficialidad del barco. Como el oficial asturiano de 28 y el gaditano de 27 que reservan sus nombres. Como casi todos los marineros. Solteros o carentes de carga familiar.

Estos llevan las prolongadas ausencias mejor que los tripulantes que dejaron pareja e hijos en tierra, quienes suelen acusar más la melancolía. "Sobre todo cuando se pierde la huella del satélite y no se puede telefonear", remarca Villar. A bordo, los militares ocupan el tiempo libre viendo películas (muchas bélicas: deformación profesional), ejercitándose en el gimnasio, jugando al futbolín o a la Play (con el hit bélicoCall of duty, cómo no), estudiando un máster de Defensa o unas asignaturas de bachillerato o de alguna carrera.

El afán de aventura no es el único aliciente delHespérides. Otros se enrolan persiguiendo un incentivo económico. Todos los marinos de la Armada cobran una dieta por día de navegación. Este plus sube un 175% si se navega en aguas internacionales, y aún crece más al surcar las aguas antárticas.

Es el segundo año del alférez de navío Alonso en este barco. El pasado, fue a la Antártida. Este, está circunnavegando el planeta. El próximo, navegará en el Ártico y volverá a la Antártida. Con eso, su sed de aventura quedará satisfecha. Entonces pedirá plaza en un "barco gris", es decir, un buque de guerra. "O en un destino más tranquilo". Ya verá. Pero ya tiene algo claro: "No quisiera eternizarme aquí y convertirme en algo así como el fantasma delHespérides, en uno de esos marinos que pasan tanto tiempo embarcados que al final ya no saben vivir ni mantener relaciones personales en tierra. Como esos presos que se han pasado la vida en la cárcel y cuando salen libres descubren que no saben manejarse en la calle".

Dos culturas

La oficial Villar también ha puesto límite a su paso por elHespérides. Dos años. Después buscará destino en Cádiz, su ciudad, terminará las dos asignaturas de Ciencias Náuticas que le quedan, se doctorará e intentará dar clases en la universidad.

Con todo, el principal hecho diferencial del Hespérideses la coexistencia a bordo de dos culturas muy distintas. La relación entre científicos y militares es correcta, aunque no exenta de recelos. No escasean los marinos que ven en los investigadores unos pijos desdeñosos. Ni los científicos que se lamentan de la rigidez militar, bastante más laxa aquí que en los barcos grises.

"Hay roce de culturas, sí, pero la convivencia es buena; aprendemos mucho de ellos", afirma Villar. Y siempre nace alguna amistad mixta. Su colega Alonso remacha: "De niño, yo quería ser aventurero e inventor. Aventurero ya lo soy. Inventor, no, pero aquí puedo colaborar con algunos de los mejores científicos de España". Sueños y afanes en medio del océano Índico.