Renuncia extraordinaria en la Santa Sede

Despiste en la Santa Sede

Nadie sabe todavía cómo habrá que llamar al Pontífice tras su renuncia ni cómo vestirá

JOSEP SAURÍ

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¿Cómo habrá que llamar al Papa cuando ya no sea papa? ¿Cómo deberá vestirse? ¿Se destruirá su anillo y su sello, como se hace a la muerte de los pontífices? A las ocho y un minuto de la tarde del próximo día 28 ¿ya no será infalible? Cuando Benedicto XVI decía el miércoles que era«consciente de la gravedad»de su decisión de renunciar, seguro que se refería a consecuencias de mayor calado. Pero eso no quita que esta situación con contados y remotos precedentes tenga también atribulada a la maquinaria vaticana con estos detalles, menores pero con un significativo valor simbólico y ritual.

«Aunque el Papa había ido dando algunas pistas de que consideraba esta posibilidad, ha cogido a todo el mundo desprevenido», apuntan fuentes diplomáticas ante la Santa Sede.«Por más que haya quien diga lo contrario, esto no se lo esperaba nadie. Lo sabían su hermano y, como mucho, un par de personas más de su entorno más próximo. El propio cardenal Sodano, que leyó el mensaje tras la renuncia, no debió de saber nada hasta la misma víspera», añaden.«Todavía lo estamos digiriendo. Todo es nuevo, nunca antes había ocurrido algo así. La verdad es que aún andamos algo despistados»,admite un veterano miembro de la curia con casi tres décadas de variopintas experiencias vaticanas. Ninguna como esta.

¿Cardenal de ida y vuelta?

A falta de respuestas oficiales, la prensa italiana rebosa de especulaciones.Il Corriere della Sera apostaba ayer por la marcha atrás, es decir la reconversión de Su Santidad el Papa Benedicto XVI en Su Eminencia el cardenal Joseph Ratzinger, obispo emérito de Roma. Argumentaba que así ocurrió en 1415 con Gregorio XII, que abdicó para cerrar el cisma de Occidente y volvió a ser cardenal y vestirse como tal. También Celestino V, el ermitaño que renunció en 1294 incapaz de adaptarse a la vida de pontífice, recuperó su nombre, Pietro del Morrone, y su hábito de monje.

En cuanto al anillo del pescador, todas las opiniones coinciden en que será destruido tras el inicio de la sede vacante. También el sello papal, que habitualmente se rompe de inmediato al fallecer el pontífice para evitar la posibilidad de que se falsifiquen documentos.

«Aún no puedo responder a eso. Se está estudiando». Como una letanía, así contesta una y otra vez el paciente portavoz vaticano, Federico Lombardi, asaeteado a preguntas -a veces ingeniosas, a veces capciosas- en interminables ruedas de prensa. Ante algunas cuestiones, pone cara como de caer por primera vez en ello. Frente a otras, trata de que le baste con el sentido común.«¿Qué hará el Papa a las ocho de la tarde del día 28?», pregunta un periodista.«Pues cenar e irse a la cama, supongo», responde impertérrito.«¿Y por qué la renuncia se hará efectiva justo a las ocho?». «Pues no lo sé, pero quizá porque es a la hora en que el Papa suele acabar su jornada laboral».

A otras preguntas, como a la de«¿a las ocho en punto deberá quitarse el hábito blanco?»,el pobre Lombardi, desarmado, solo puede oponer una sonrisa. Eso sí, aclaró que la infalibilidad -polémico dogma que se aplica solo de modo muy excepcional, cuando el Papa hablaex cathedraen materia de fe-«está conectada con el ejercicio del Ministerio de Pedro». Así que tras la renuncia, Benedicto XVI, o el cardenal Ratzinger, o como haya que llamarlo,«ya no tendrá esa asistencia especial del Espíritu Santo».