Los detractores

La concentración contra el Papa reúne a más de 3.000 personas

RAFA JULVE / Barcelona

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El que se supone que será el mayor acto de protesta en contra de la visita del Papa congregó ayer en la plaza de Sant Jaume de Barcelona a más de 3.000 personas. El presidente de Ateus de Catalunya y portavoz de la plataforma Jo No T'Espero, Albert Riba, elevó la cifra a «5.000 asistentes» y aseguró que se trataba de «un éxito de convocatoria» que cubrió por completo sus expectativas.

Al pedirle este diario que analizara por qué Benedicto XVI logrará sacar a la calle a muchos más fieles (fuentes del ayuntamiento calculan 400.000), Riba respondió que la principal reacción de la gente ante la visita del Pontífice es la «apatía» (les da igual que venga o no), pero también influyen «la desmoralización, la desmotivación» e incluso los temores que algunos sectores de la población aún sienten por la Iglesia católica. Posteriormente, cuando se dirigió a los allí reunidos, les advirtió: «El domingo nos contarán el milagro de los panes y los peces a la hora de cifrar los asistentes [en la visita papal], pero que sepan que nosotros también somos miles».

ABUCHEOS A RATZINGER / Con la plaza de Sant Jaume repleta y presidida por un cartel que rezaba «En defensa de la laicidad. Yo no te espero», los asistentes empezaron a animarse con música de Dire Straits y acabaron de coger el tono cuando el presentador del acto, que les animó a seguir movilizándose en los próximos días, pronunció «Joseph Ratzinger». Los abucheos fueron entonces atronadores, y acto seguido comenzaron a desfilar por el escenario una veintena de personas para denunciar «la corrupción», la «misoginia» y otras tantas «atrocidades que ha cometido la Iglesia». Uno de los más aplaudidos fue el exembajador de España en el Vaticano Gonzalo Puente Ojea, que definió la fe católica como «catecismo repugnante e indigno de un ser humano civilizado».

En los más de 60 minutos que duró la concentración, los participantes pudieron comprobar el ingenio de sus compañeros de protesta. Había pancartas de todo tipo («Niños venid, de los curas huid», «Vaticano, Guantánamo mental», «Clero abusón, contigo ni Dios»), jóvenes que ofrecían hostias, alguna chica disfrazada de monja y un hombre, Fernando Marín, que había llegado andando desde el Guinardó ondeando un monigote que recreaba al Papa pero con un preservativo en la cabeza en lugar del solideo.

DIVERSIDAD DE LOS ASISTENTES / «Se podría haber ahorrado el viaje», espetó Roser tras acariciar a su nieto Teo, «que no está bautizado». No era el único niño. La diversidad de los manifestantes era enorme. Gente de todas las edades, de todas las orientaciones sexuales, de diferentes partidos de izquierda y de distintas nacionalidades que ovacionó al actor Leo Bassi cuando, justo antes de concluir el acto, les dedicó un alegato anticlerical y les explicó por qué iba vestido de bufón con sombrero incluido: «Estos días paseo disfrazado de payaso para que los niños me vean y que sus padres les expliquen lo que soy. Así, cuando llegue el domingo [y vean al Papa], igual alguno dirá: 'Mira, papá, otro payaso'».