Comando antirrumor

Ellos también tienen cosas que contar a sus compañeros de instituto. Y a todos los adolescentes que quieran escucharles. También les gustaría que sus palabras se propagaran como un reguero de pólvora y para ello aprovechan, asimismo, la omnipresencia de las redes sociales. Sí, su mensaje habla igualmente de jóvenes, reputación y vínculos entre menores. Pero ellos son el contraste. Contraste al erigirse en minoría crítica que se desmarca de la tendencia predominante, la de Gossip e 'informers'. Y contraste también al apelar al rechazo de toda información de dudosa procedencia que pueda erosionar la estabilidad emocional de un compañero.

Son un grupo de chicos de 15 y 16 años que cursan cuarto de ESO en la escuela Sadako de Barcelona. Conocen el problema generado alrededor de los ciberrumores y algunos saben de casos de agresores y víctimas en estas plataformas. Sin embargo, su mensaje se dirige a un protagonista que, pese a su presencia masiva, suele pasar desapercibido: la mayoría silenciosa que transige ante estos comportamientos. "Antes de publicar un comentario de otra persona, pensad en cómo puede afectarle", dice la alumna Júlia Fos. Tarea preventiva para evitar el perjuicio que causan los atacantes, el miedo que bloquea a las víctimas y la alarma que cunde entre los mayores.

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