PREOCUPACIÓN ENTRE LA COMUNIDAD CIENTÍFICA

El cáncer del planeta

El hombre es el artífice de la sexta extinción masiva de fauna de la historia de la Tierra La población de invertebrados ha bajado un 45% en 40 años por la pérdida de hábitat y el clima

El oasis 8 Dos iguanas en el archipiélago de las Islas Galápagos, santuario animal en aguas de Ecuador.

El oasis 8 Dos iguanas en el archipiélago de las Islas Galápagos, santuario animal en aguas de Ecuador.

M. B.
BARCELONA

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Hay un pequeño discurso en Matrix que viene bien para la ocasión. Lo pronuncia el agente Smith en la habitación donde Morfeo ha sido interrogado durante horas -sin resultado-, y consiste en una descripción descarnada y cruda del comportamiento de la raza humana, tal y como lo entiende un ente informático. Smith sostiene que al hombre básicamente lo distingue su afán por multiplicarse, por un lado, y por otro su tendencia a acabar con los recursos naturales a su alcance. Destruido todo, dice, cambia de lugar. «Os movéis a un área y os multiplicáis y multiplicáis hasta que todo recurso natural es consumido, y la única manera en que podéis sobrevivir es trasladándoos a otro sitio». Smith le recuerda a su prisionero que esa es exactamente la forma en que actúa un virus, y acaba su intervención de este modo: «Los seres humanos son una enfermedad, el cáncer de este planeta. Sois -remata- una plaga».

Esa, la afición del ser humano por destruir su entorno, es la materia principal del último número de la revista Science, un compendio de artículos que sustentan la teoría de que la sexta extinción masiva de la historia de la Tierra no solo está teniendo lugar ahora, sino que el hombre es su artífice. El agente destructor. El planeta pierde mucha fauna y la pierde a gran velocidad, y esto ocurre por «la destrucción de medios salvajes, el consumo de animales por necesidad o por lujo y la persecución de especies vistas como amenazas o competidores». Todas son actividades humanas. Los investigadores sostienen que en los últimos cinco siglos han desaparecido 322 especies de vertebrados, y que las especies que no se han extinguido han perdido el 25% de su población. Por lo visto, pueden darse por bien servidos: en solo 40 años, la población de invertebrados se ha reducido un 45%. Casi la mitad. Ellos, que siempre fueron considerados indestructibles, supervivientes. Y un dato que habría quedado bien en el discurso de Smith: en el mismo lapso de tiempo, el número de seres humanos se ha multiplicado por dos.

Una plaga

El catastrófico de los invertebrados es el dato que más preocupa a los científicos. «Nos sorprendió mucho descubrir que las pérdidas entre los invertebrados eran similares a las de algunas especies de animales más grandes, pues hasta ahora pensábamos que los invertebrados eran más resistentes», explica Ben Collen, del University College de Londres, uno de los autores de este estudio en particular. «Aunque no entendemos completamente cuál será el impacto a largo plazo de esta disminución, en la actualidad nos encontramos en la posición potencialmente peligrosa de perder una parte integral de los ecosistemas sin saber qué papel juegan». ¿Por qué semejante devastación en tan pocos años, y por qué justamente en estos años? Los científicos aseguran que las causas son dos: la pérdida de hábitat y el cambio climático, y recuerdan que un planeta sin invertebrados -insectos, gusanos, crustáceos- es inviable: son ellos quienes polinizan los cultivos, quienes controlan las plagas y la población de insectos dañinos; filtran el agua, alimentan el suelo.

El fenómeno es significativo y carece de antecedentes, de modo que los científicos han tenido que acuñar una nueva palabra para describirlo: defaunación. Es, aunque suene a perogrullo, lo que no había ocurrido hasta ahora, pero ahora está ocurriendo. «Semejante pérdida global de especies, o defaunación, es reconocido cada vez más como un problema semejante a la deforestación en términos de escala e impacto», señala Science«Aunque solemos lamentar por razones emocionales o estéticas la desaparición de grandes y carismáticas especies como tigres, rinocerontes y pandas, ahora sabemos que la pérdida de todos los animales, desde el gran elefante hasta el pequeño escarabajo, alterará de un modo fundamental la forma y función de los ecosistemas de los que todos dependemos».

No es, sin embargo, el anuncio del apocalipsis porque aún hay tiempo de tomar medidas. Los científicos hablan de la necesidad de emprender esfuerzos de refaunación, como la procreación de animales en cautividad con miras a soltarlos en un medio salvaje, o la «recolonización de áreas donde determinadas especies se hayan extinguido». Reconocen que tan complicado es revertir la dinámica de una especie en extinción como impedir que se extinga, pero afirman que algunos experimentos en marcha han dado buenos resultados. Y que de eso hay que agarrarse, dicen.