CAMBIO CLIMÁTICO

Cancún lucha por prolongar el protocolo de Kioto hasta el 2020

Varias personas pasean por una de las carpas habilitadas con motivo de la cumbre del clima en Cancún, ayer.

Varias personas pasean por una de las carpas habilitadas con motivo de la cumbre del clima en Cancún, ayer.

ANTONIO MADRIDEJOS / BARCELONA
TONI CANO / CANCÚN

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Los 193 países participantes en la 16ª Conferencia Mundial sobre el Cambio Climático, que se celebra en Cancún (México), inician la semana decisiva de negociaciones con el convencimiento de que no se llegará a ningún acuerdo sustancial pero que sí es posible avanzar en determinados capítulos y sentar las bases de futuros entendimientos. Ahora lo esencial es mantener la credibilidad de la ONU como garante, asegurar la supervivencia del protocolo de Kioto más allá del 2012, cuando expira su validez. Algunos lo dan por muerto. «Hay quien quiere matarlo», declara Huang Huigkang, miembro de la delegación china. Se refiere a EEUU, pero también a Japón, Australia, Rusia, Canadá y otros países reticentes.

Las esperanzas están puestas en la aprobación del fondo de ayuda al desarrollo limpio, pactado en Copenhague, y en las políticas de la llamada deforestación evitada, es decir, algún mecanismo financiero para evitar que los países de grandes bosques los destrocen. Sin embargo, todo lo que no sea reducir emisiones de dióxido de carbono (CO2) tiene muchas posibilidades de ser asumido socialmente como un nuevo fracaso. La desmoralización empieza a cuajar. «Algunos no se dan cuenta de que estamos en el partido final y necesitamos compromisos», afirma el brasileño Luiz Figueiredo.

NO VALE PARA TODOS / En un intento de levantar los ánimos, la ONU afirmó ayer que espera «un resultado fuerte» en la cumbre. Lo hizo tras anunciar la elaboración de los dos primeros documentos de trabajo, que contienen «decisiones sobre el apoyo continuo y reforzado a los países en desarrollo en materia de adaptación y mitigación, incluyendo proyectos de transferencia de tecnología». Pero el optimismo sigue sin llegar.

El protocolo de Kioto, firmado en 1997 y ratificado por todo el mundo salvo EEUU, estableció que los 40 países más industrializados deberían reducir sus emisiones para evitar un aumento preocupante de la temperatura. A los países en desarrollo les emplazaba a seguir el mismo camino, pero sin obligarles a nada, al menos hasta el 2012. La realidad, no obstante, es que China se ha convertido con el paso de los años en el primer productor de CO2 de origen industrial y sigue al margen de Kioto, aunque también es cierto que su nivel per cápita es un tercio del estadounidense. Tampoco están la India, Brasil, México, Suráfrica, Indonesia y otras potencias emergentes.

EEUU ya avanzó en la cumbre de Copenhague que no tenía intención de secundar a Europa, que ha decidido reducir sus emisiones del 2020 un 20% con respecto al nivel de 1990. Coquetea incluso con un 30%. Sin embargo, las declaraciones de la comisaria europea de Acción por el Clima, Connie Hedegaard, son premonitorias. «La UE no puede aceptar [prolongar Kioto] sin que EEUU y China no contraigan compromisos climáticos equivalentes». Europa también quiere que se apruebe algún tipo de inspección de las emisiones, a lo que Pekín se opone.

Lo que está claro es que Washington no avanzará en el terreno de las reducciones si Pekín no garantiza un esfuerzo por su parte. «Si no hay un segundo periodo de compromisos claro [hasta el 2020], será difícil lograr un acuerdo», dice Claudia Salerno, representante de Venezuela. Rafael Correa, presidente de Ecuador, insiste: «Si los más afectados por evitar las emisiones hubiesen sido los países ricos, se hubiese resuelto el problema hace rato».

POCOS LÍDERES MUNDIALES / La escasa presencia de líderes mundiales no augura nada bueno pese a la llamada a la calma de Christiana Figueres, la jefa de las negociaciones. «Cancún jamás se concretó como una cumbre de jefes de Estado. No había esa intención», declara la diplomática costarricense. Aquí solo estarán representados una veintena, mientras que en Copenhague hubo 120 jefes de Estado y de Gobierno. La delegación española la comanda la secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera, aunque en los dos últimos días de negociación, los más duros, participará la ministra de Medio Ambiente, Rosa Aguilar.

El problema, en definitiva, es que el calentamiento global no parece ser una prioridad política. El mundo no solo se enfrenta a una crisis financiera sin precedentes, sino que la mayoría de los países presentes en Cancún consideran que las medidas propuestas para atajar las emisiones menoscaban su crecimiento. Por ende, Barack Obama, que se presuponía el motor del cambio, no solo tiene las manos atadas tras perder la mayoría en la Cámara de Representantes, sino que sufre la presión de las industrias del carbón y del petróleo, que se oponen a que las energías renovables sean subvencionadas.

«CAMBIAR DE MARCHA» / «Las mismas dificultades que hicieron fracasar la cumbre de Copenhague siguen presentes», asume Salvador Samitier, director de la Oficina Catalana de Canvi Climàtic. Además, según estimaciones del programa Global Carbon Project, el descenso de las emisiones de CO2 a causa de la recesión y la menor actividad industrial tendrán un efecto fugaz. Bajaron en el 2009, pero se espera que este año concluya con una subida del 3%. Como dice Christiana Figueres, la COP16 «necesita cambiar de marcha».