PUNTOS BÁSICOS PARA COMBATIR EL CALENTAMIENTO GLOBAL

Estrellas de la función

China, EEUU, la UE, la India, Rusia y Japón suman juntas el 73% de las emisiones mundiales de CO2 Bastaría un acuerdo ambicioso entre las potencias para resolver el problema

A. M.
CANCÚN

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

A raíz del fiasco del 2009, cuando los únicos acuerdos se adoptaron por la presión de Obama y otros líderes mundiales, diversos analistas destacaron que el problema del calentamiento planetario podría resolverse al margen de la Convención de la ONU y de su lento proceso de negociación, sustentado en las mayorías absolutas. De hecho, como dejaron claro Bolivia y Venezuela, la oposición de una sola delegación puede frenar los acuerdos. Si los 10 países más potentes del mundo se pusieran de acuerdo, bastaría para controlar el 73% de las emisiones mundiales de CO2. Si se llegara hasta el 20º, el lugar que ocupa España, se rondaría el 90%.

1. Evitar un peligroso aumento de la temperatura

El gran objetivo de las conferencias de la Convención sobre Cambio Climático (UNFCCC) es pactar una reducción del CO2 y otros gases de efecto invernadero. En la cumbre de Copenhague del 2009, los países se comprometieron (pero solo eso) a que la temperatura mundial no aumente más de dos grados con respecto a los niveles preindustriales, un objetivo difícil si se tiene en cuenta que ya ha subido siete décimas y que una cifra similar está garantizada debido a la inercia climática. Para que ello sea posible, los países ricos deberían ir más lejos de lo anunciado y los países en desarrollo deberían contener su crecimiento. Un reciente informe del Programa de Medioambiente de la ONU calculó que con las mejores ofertas, nunca concretadas, la temperatura aumentará un mínimo de 2,6 grados. Los ecologistas hablan de hasta cuatro grados.

2. El `Anexo 1¿ ya no supone ni el 30% de las emisiones

Una de las principales reticencias de los países industrializados incluidos en el <i>Anexo 1</i> es que los objetivos de Kioto se pactaron a partir de datos de 1990 y que, desde entonces, la situación ha cambiado mucho. De hecho, si se excluye a EEUU, que nunca se sumó al acuerdo, los 40 países concernidos no representan actualmente ni el 30% de las emisiones mundiales de efecto invernadero. Por ejemplo, la UE produce apenas el 14% y mantiene una constante tendencia a la baja debido a la implantación de energías verdes, diversas medidas de eficiencia, una contención en el consumo y, tampoco hay que olvidarlo, el traslado a otros países de las industrias más emisoras. Otras contribuciones son menores: Rusia (5,2%), Japón ( 4,2%) y Canadá (1,9%).

3. Emisiones per cápita y contribución desde el siglo XIX

En el año 2004, según cálculos del Centro de Análisis sobre el CO2 del Laboratorio Oak Ridge, los países en desarrollo superaron a los desarrollados (incluido Estados Unidos) en producción de gases de efecto invernadero. Y China, a título individual, pasó a ocupar la primera posición en el 2007. Sin embargo, los países en desarrollo alegan con razón que no se tienen en cuenta dos factores esenciales.<BR/> El primer motivo es la contribución per cápita. China ya roza la media mundial, pero en otros casos hay auténticos abismos. La India, por ejemplo, ya es el tercer emisor mundial de CO2, pero cada indio produce cinco veces menos que la media europea. El segundo motivo son las llamadas emisiones históricas acumuladas. El Tercer Mundo alega que los países del Anexo 1 son actualmente ricos porque desde los inicios de la Revolución Industrial han estado llenado la atmósfera de dióxido de carbono y otros gases. Es difícil calcular, pero según unas estimaciones efectuadas por el Pew Center en el 2004, los tres primeros emisores desde 1850 serían Estados Unidos, la UE y Rusia con el 29%, el 26% y el 8% del total mundial, respectivamente. En cambio, China, que actualmente roza el 23%, se quedaría en el 7%.

4. La necesidad de poner en marcha un fondo de adaptación

En Copenhague se pactó la creación de un fondo de adaptación para que los países en desarrollo puedan hacer frente a los efectos más inmediatos del calentamiento global. La aportación anual empezaría con 25.000 millones de euros el año que viene y aumentaría progresivamente hasta 75.000 millones en el 2020. Sin embargo, los donantes (los países industrializados del Anexo 1) aún no han acordado cómo dividirse la carga, aunque la ONU propone la instauración de un impuesto internacional para el transporte y las transacciones financieras. Tampoco está claro si la ayuda la gestionaría la ONU o bien, como propugna EEUU, sería el Banco Mundial.

5. Cuidar los bosques para proteger la atmósfera

Aunque la deforestación se ha reducido a marchas forzadas en la última década, se calcula que los árboles que se pierden cada año dejan de captar el equivalente al 10%-15% de las emisiones totales de dióxido de carbono. En definitiva, los pobres exigen fondos para mantener sus bosques. Los programas de deforestación y degradación evitadas, conocidos en siglas como REDD, se pusieron en marcha en el 2008 para evitar las talas indiscriminadas, pero nunca han sido una herramienta demasiado bien dotada porque han dependido siempre de donaciones.