los testimonios

Àngel Llorent: «Con el tratamiento perdí el deseo sexual, quedé anulado»

Ángel Llorent, en la Iglesia Envangélica en el Raval de Barcelona.

Ángel Llorent, en la Iglesia Envangélica en el Raval de Barcelona.

A. S.
BARCELONA

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Àngel Llorent es presidente de la Associació Cristiana de Gais i Lesbianes y hace 20 años se sometió a terapia para tratar de revertir su identidad sexual. Nos cuenta por qué inició el tratamiento y las consecuencias.

–¿Por qué quería ser heterosexual?

–Porque nos enseñaban que eso es lo normal, lo natural. Cuando le conté a mi pastor mis deseos sexuales, me dijo que eso comportaría tener que dejar mis responsabilidades en la iglesia. Pero yo no quería dejarlo. Además insistió en que como heterosexual gozaría de mayor bienestar social y eclesial.

–¿Quién le habló de la terapia?

–Nadie me dijo que estaba haciendo terapia reparativa. Conocía al psiquiatra que me trató, pues era de la misma iglesia. Más tarde me trataron psicólogos. No había ningún plan establecido; me dejaba llevar, confiaba en ellos. Cuando estás en ese círculo crees realmente que la homosexualidad es mala, antinatural, enfermiza, y tienes que hacer lo que sea para curarte. Una frustración profunda. Reconocer que estaba haciendo terapia era reconocer que tenía el problema de la homosexualidad, pero que a la vez estaba haciendo lo mejor para curarme.

–¿Cómo era el tratamiento?

–Consistía en reencauzar mi forma de pensar y sentir, con la premisa de que la homosexualidad era mala. Todo acompañado de medicamentos para reducir el deseo y tratar una supuesta depresión. Durante ese tiempo salía con mujeres a las que no quería y practicaba deportes considerados masculinos; en definitiva, simulaba ser la persona que no era. Incluso utilizaba insultos para hablar de gays y lesbianas. Los médicos no me culpaban a mí, sino a mis padres; para ellos, yo era víctima del entorno familiar.

–¿Cuáles fueron las consecuencias de la terapia?

–Perdí la atracción sexual, me anularon y no pude desarrollar mi esfera sexual como cualquier persona de mi edad. Lo considero una castración química. Me hundí en una profunda depresión, entonces sí, e intenté suicidarme tres veces. Hoy padezco el síndrome de la fatiga crónica y depresión, seguramente relacionados con más de 10 años de tratamiento. Y sigo siendo gay.

–¿Cuándo aceptó su homosexualidad?

–Cuando entendí que Jesús me ama sea como sea, fui a otra parroquia. Aceptarme me hizo ver la vida de otra manera; no fue fácil.