GENTE DE SANT ANDREU

Joan Mora: "Lo mío es más de oficio que de parida mental"

Nació en Sant Andreu, de donde no piensa moverse, y ahí sigue, creando piezas en mármol y piedra idénticas a la realidad. Todavía habla de bajar a Barcelona cuando va al centro. Ahora planea una gran retrospectiva.

En el taller 8Mora talla un maletín en su estudio de Sant Andreu.

En el taller 8Mora talla un maletín en su estudio de Sant Andreu.

ÓSCAR HERNÁNDEZ
BARCELONA

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Casi todo el mundo le conoce en Sant Andreu, pero pocos vecinos saben a qué se dedica. Sin embargo, en el mundillo del arte ya tiene su propio espacio, casi en exclusiva, y en él es conocido y reconocido, incluso más allá de las fronteras. Joan Mora Soler (Barcelona, 1944) hace esculturas de objetos cotidianos en mármol y piedra en los que consigue reflejar la textura. Algunas de sus 350 obras salpican rincones de Sant Andreu y del resto de la ciudad.

-¿Cómo se hace uno escultor?

-Nací en una casa-taller en la que trabajaban mi padre y mi hermano, que eran marmolistas del cementerio de Sant Andreu. Mis juguetes eran todos de mármol. Luego me forme en un taller y continué en París, donde fui a los 20 años con una beca. Vi que lo mío tenía posibilidades ilimitadas. Allí vendí toda mi obra cuando en Barcelona no me facilitaban exponer en galerías porque el realismo no se llevaba. Lo hice en Madrid. Luego expuse hasta en la Fundació Miró por mediación de Brossa, que admiraba mi obra.

-Sus objetos hasta tienen textura.

-Para mí ese es el reto. Tengo muchos objetos repetidos. Hago paquetes, cajas, las cosas más simples. Porque me gustan, porque tienen muchos detalles. No hay un significado. Eso lo tiene que poner  el espectador. Lo mío es más de oficio que de parida mental. Me considero un alquimista del objeto cotidiano, que lo paso a mármol o a piedra.

-Debe de ser difícil.

-Es un trabajo muy duro porque es picar piedra. La maleta por ejemplo me ha llevado dos meses de trabajo, siempre por las mañanas, con luz natural. Hace falta mucha paciencia que solo se consigue a base de paciencia. Para mí el reto es que la persona que ve la obra la vea real.

-¿Trabaja por encargo? ¿Alguien le ha pedido inmortalizar un objeto?

-Varias veces. Un cliente, por ejemplo, me pidió que hiciera el maletín que siempre utilizaba.

-Además de los objetos cotidianos, tiene más obra  por la ciudad.

-Una de las chimeneas del Palau Güell donde incorporé una cuerda y una lagartija realizadas en mármol. También una placa en el bar Versalles y otra sobre Miró, ambas en la plaza del Comerç, de la que también diseñé el reloj que sustituyó al que desapareció. Además tengo un maletín con la antorcha olímpica instalado en el Ayuntamiento de Barcelona. Pero lo que más me gustaría es hacer una exposición retrospectiva. Ya hablé con el alcalde Trias, que se mostró interesado, pero tenemos que ponerle fecha y lugar. De momento he contactado  con galerías y coleccionistas para reunir parte de mi obra.

-Hábleme del barrio.

-Yo soy un andreuenc de pura raza, un hombre de barrio. Voy a los bares y restaurantes de aquí, como el  Colombia o el Rabasseda, junto al mercado y donde puedes comer bajo las voltes. Este es un barrio tranquilo, sin problemas, desconocido para la mayoría de los barceloneses. Yo de este barrio no me marcharé nunca.

-¿Ha cambiado en estos años?

-Yo creo que como el barrio de Sant Andreu está entre la Meridiana y  las vías del tren, su casco antiguo sigue como siempre. Aquí todavía hoy decimos que bajamos a Barcelona cuando vamos al centro.

-El resto de la ciudad sí que no para de transformarse.

-Barcelona está saturada de cosas y de guiris, de turistas. Cuando bajo al centro me desespera la cantidad de gente que hay. El otro día lo comprobé con un amigo. El MNAC estaba lleno de gente y la Rambla, también. Quisimos sentarnos en el Café de la Ópera y no pudimos. Acabamos en el Hotel Colón.