CRÓNICA

Codeine, pasión a fuego lento

La banda de culto desplegó un poderoso ruido contenido

J. M. F.
BARCELONA

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Con su rock implosivo, a fuego lento, pero arrasador, Codeine se estableció a principios de los 90 como solemne revulsivo a los fuegos de artificio del grunge y la electrónica para las masas. Ellos fueron padrinos de un estilo, el slowcore, que defendía la lentitud ante la carrera y promovía una idea falsamente indolente de la electricidad. Con su fuerza contenida y literatura existencial, supusieron para muchos una buena compañía durante la tortura de la adolescencia.

Su actuación en el escenario ATP del Primavera Sound, parte de una gira de reunión propiciada por la reedición lujosa de su breve catálogo, devolvió poderosamente imágenes y sensaciones de tardes pasadas mirando el techo. Stephen Immerwahr (voz, bajo), John Engle (guitarra) y Chris Brokaw (batería) desplegaron un poderoso ruido contenido en su recuperación de hallazgos como D, Cigarette machine -sin la que quizás no habría existido la carrera de Arab Strap-, Median -su última grabación, para el programa de John Peel-, Pickup song, Jr., Cave-In y, como puñalada final, Pea, solo voz y guitarras, un plato intenso con sombras de Nick Drake. Después de aquello había pocas ganas de irse a bailar.