Garzón-Iglesias, 'poli bueno-poli malo'

Alberto Garzón de IU y Pablo Iglesias de Podemos, durante el acto en el que han comunicado el acuerdo de estos dos partidos para las próximas elecciones.

Alberto Garzón de IU y Pablo Iglesias de Podemos, durante el acto en el que han comunicado el acuerdo de estos dos partidos para las próximas elecciones. / periodico

IOLANDA MÁRMOL / MADRID

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“Áspero”. Pablo Iglesias coloca este adjetivo cada vez que se refiere a los errores cometidos por la agresividad mostrada en los últimos meses, actitud que le ha despeñado hasta el puesto número once, solo dos por delante de Mariano Rajoy, según el último CIS. Ante el horizonte del 26-J, en Podemos hay preocupación y propósito de enmienda. Quieren dulcificar su figura aprovechando el liderazgo de Alberto Garzón, el líder mejor valorado y que los ciudadanos perciben con una moderación mayor a la del secretario general podemista.

Los expertos no creen que el tándem con Garzón arrastre a Iglesias a una posición menos radical, porque sostienen que los electores ya tienen configuradas sus imágenes y esas consideraciones no cambian con una campaña. Además, advierten, la personalidad de Iglesias, que en los albores del partido actuó como punta de lanza por tono incisivo y épico, se le ha vuelto en contra. Los politólogos consideran que su actitud ya ha calado en el imaginario colectivo y creen que puede afectar gravemente a la valoración de Podemos.“Puede tener un efecto desastroso para su partido. Iglesias tiene un lenguaje de culto a la personalidad que es dinamita pura para la coherencia teórica de Podemos. Cuando dice que con Eduardo Madina (PSOE) tiene más ‘feeling’ que con Pedro Sánchez y que quizá con él hubiese llegado a un pacto. ¿Se da cuenta de lo que está diciendo? Que depende de su personalidad. ¿Y qué hay de sus bases y sus círculos?”, plantea Ramón Cotarelo

¿Es posible dulcificar a Iglesias acercándole a Garzón? “La gente ya le ha encuadrado, ahora es muy difícil recuperar la imagen, convencer a los electores de que eres diferente del que han percibido, no le van a creer”, sostiene José Pablo Ferrándiz, vicepresidente de Metroscopia. Coincide en la valoración el consultor político Juan Quesada. “Pesa mucho más la actitud de los últimos cuatro meses que los actos de contrición o los golpes de pecho, porque la gente sabe que los hace para que le vuelvan a votar”, sostiene. 

DE LA SONRISA AL CEÑO

Los expertos plantean que parte de la desconfianza que despierta Iglesias proviene de los cambios de registro, que son muy drásticos. “Ofrece una imagen sobreactuada. Nunca sabes qué Pablo va a salir, el humilde o el que sube a la tribuna con un discurso soberbio. Pasa de la sonrisa al ceño fruncido. Y la gente eso ya no lo cree, porque los episodios acumulados de arrogancia le han definido”, subraya Óscar Santamaría de Asesores de Comunicación Pública, quien considera que los tacticismos mediáticos de Iglesias se perciben ya como impostados. 

Por mucho que se modere Iglesias, los analistas opinan que la campaña puede acabar construyéndose en el eje dicotómico 'poli bueno-poli malo'. Consideran que la mejor forma de rentabilizar la coalición Podemos-IU sin erosionar al partido morado es diseñar una estrategia que trascienda los liderazgos. “Debería ser una campaña focalizada en la unión y apelar a los votantes progresistas como eje central y dejar en segundo plano que son dos equipos con personalidades distintas”, reflexiona Belén Barreiro, directora de MyWord.

Consultores, politólogos y sociólogos coinciden. Cualquier empeño de Iglesias de dulcificarse será percibido como una impostura. Está atrapado entre el ‘poli malo’ de los últimos meses y el ‘poli bueno’ que representa Garzón. En medio, en el equilibrio reside, probablemente, la épica que buscó como seña de identidad.