El paso del insulto al mérito

He leído en este diario que la Real Academia Española actualizará su diccionario el próximo otoñoReal Academia Españoladiccionario. Es una decisión razonable, porque todas las lenguas están en continua evolución. Palabras que decaen en el uso popular y palabras o expresiones que se incorporan al lenguaje social de una manera repentina o progresiva. Repentina, por la aparición de inventos revolucionarios y también rápida, por la adopción por parte de la sociedad de unas expresiones que no eran usuales.

Ahora ha entrado en periodo de revisión la popular discriminación entre 'sexo fuerte' y 'sexo fuerte'sexo débil'. Una clasificación que resulta anacrónica, porque proviene del tiempo en que tenía mucha importancia la musculatura, la potencia física. En el ámbito rural, la potencia de los brazos masculinos ha permitido unos trabajos a menudo duros, pesados. Es cierto que muchas mujeres todavía trabajan en el campo, cuando todos los brazos son necesarios o se han visto solas y han tenido que hacer todo lo necesario.

Supongo que viendo a una mujer conducir un poderoso tractor a nadie se le ocurriría pensar que está ante un ejemplar del sexo débil. Dejando a un lado la potencia física, durante siglos el calificativo de sexo débil ha sido discriminatorio. Y a veces incluso despectivo. Aun así, la Real Academia se plantea, dicen, eliminar el débil, porque esta calificación femenina está documentada desde hace siglos.

NOTABLE PAPEL FEMENINO

Si la Academia añade "antiguamente" no tengo nada que decir. Porque hoy vivimos otra época. No hay que tener una fuerza masculina para ejercer una gran diversidad de oficios. Basta con mirar la fotografía de un Parlamento para darse cuenta de que las mujeres tienen un notable papel, y a veces son incluso mayoría.

Cómo quedan hoy los personajes históricos que dijeron "las mujeres siempre han sido un obstáculo para los hombres" (Eurípides), "la mujer siempre será mujer, es decir, estúpida" (Erasmo), "una mujer inteligente es aquella con la que se puede ser tan brutal como se quiera" (Paul Valery)... ¡Qué vergüenza!