La rueda

Últimas noticias de Maria Mercè Marçal

'El Senyal de la Pèrdua' es un regalo póstumo para quienes disfrutaron de la obra de la poetisa

NAJAT EL HACHMI

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La publicación de textos inéditos de autores que ya no están es siempre una decisión arriesgada. Al fin y al cabo, el que escribe no lo hace igual si tiene la conciencia de que lo que produce será leído por personas desconocidas que si es para el ámbito familiar o íntimo. Siempre me ha causado cierta angustia acceder a los textos que alguien escribió sin pensar que tuvieran que salir a la luz, no dejo de tener una sensación de invasión de la intimidad, un poco como si mirara por el ojo de cerradura. Además, el espacio de encuentro entre un escritor y su lector son sus libros, y querer ir más allá, querer averiguar más de alguien que admiramos por los buenos ratos que nos ha hecho pasar leyéndole, puede ser una experiencia decepcionante.

No son pocos los personajes que pierden mucho, más allá de sus producciones literarias, ya sea por su ideología o carácter, o por el simple hecho de que si accedemos a su persona, sea en el terreno de la realidad o en la publicación de cosas que no pensaba enseñar a nadie, puede muy bien suceder que descubramos su parte menos agradable, rincones oscuros que no habríamos imaginado. No en vano la relación entre un lector y su autor preferido tiene mucho de amor platónico, de proyección de ideales. Cogí El Senyal de la Pèrdua, escritos inéditos de Maria Mercè Marçal, con ese miedo de encontrar a alguien diferente de la poetisa excepcional que me ha servido de guía tantas veces con sus poemas, pero el libro ha sido todo lo contrario, un reencuentro con la autora, un regalo póstumo que se convierte en una especie de propina para los que la hemos disfrutado y sentimos que su muerte fue demasiado prematura. El Senyal de la Pèrdua es en conjunto exactamente eso, la constatación de la interrupción abrupta que es la muerte, insoslayable incluso por mujeres como la Marçal, que no hacía más que proyectar vida.