Editoriales

Tecnología con responsabilidad compartida

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El fenómeno de la información global propulsado por las nuevas tecnologías, por el que el mayor acceso a ellas convierte a todas las personas en emisoras, no puede desviar la atención de los derechos que deben amparar a toda la ciudadanía. Para que ello se cumpla, la legislación nacional e internacional debe adaptarse a las necesidades creadas por esa libre circulación de datos, y no solo en el sentido de defender parámetros culturales más o menos enraizados en cada sociedad. Las circunstancias en las que el desamparo resulta más lacerante son las que afectan a los menores de edad. Interiorizadas las nuevas tecnologías casi como un órgano más de su cuerpo, los menores las manejan sin la conciencia de ser más vulnerables a los abusos que pueden cometerse contra ellos en cualquiera de los soportes usados. En el último mes, los menores han podido descargarse una aplicación para Iphone a través de la que ellos y también adultos desaprensivos pueden lanzar inconveniencias bajo el amparo del anonimato.

Ante el uso inapropiado de esta aplicación, puesta en el mercado con la intención oficial de ser utilizada por adultos, caben varias reflexiones. A pesar de que en España el uso de estas tecnologías ya no es tan nuevo, los menores siguen sin tener la suficiente educación en la materia, pudiendo convertirse por ello en abusadores y abusados. Desenvolverse con corrección y ética parece una asignatura pendiente en las escuelas, que se centran en una enseñanzatécnicadel uso de estas herramientas. Los centros y los padres también deberían conocer los productos y las descargas de los niños y de los jóvenes para hacer una correcta labor de acompañamiento. Con esa doble educación, los menores actuarán con más libertad y responsabilidad al llegar a la edad adulta. Por último, el sector empresarial de las nuevas tecnologías no puede quedar al margen de la ley ni de un comportamiento ético y acorde con los valores de la sociedad. El rumor, el insulto y el acoso no pueden confundirse con la libertad de expresión ni con la tendencia imparable a hacer de cada uno de nosotros una fuente de información y de comunicación. Los escolares no son tan inmunes a los riesgos de la tecnología como creen muchos de ellos y como también, por desgracia, piensan a veces familias que delegan en exceso la educación de sus hijos en la escuela.