Sobrevivir a Simeone

ALBERT MARTIN VIDAL

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Un diálogo resume el tremendo duelo de esta primera parte de la temporada.

Periodista: -No pueden con vosotros.

Simeone: -Ni nosotros con ellos.

Este equipo mayúsculo que es el Atlético de Madrid no doblegó al Barça en su propio estadio, esa caterva fanática donde los padres les ponen Diego Pablo a sus hijos. Y no pudo a pesar de que Iniesta solo aguantó media parte de patadas y a pesar de que Neymar y Messi no fueron titulares. Este rincón, donde tan a menudo señalamos que la falta de hambre y de aire fresco es el mal del que fue el mejor equipo que hemos visto, no puede sino aplaudir la seriedad que mostró el sábado el Barça, empezando por Piqué Mascherano, que nos regalaron una actuación digna los centrales que tenía el Barça allá por el 2011.

No es fácil contener a un equipo con Arda, con Diego Costa, con esos centrales, con Gabi y Tiago. En Europa no se ha visto este año un equipo como este Atleti, con esa fe, esa hambre, ese saberse llamado a ganar un título de los grandes. Supera en eso incluso al Bayern. Tuvo mucho mérito el Barça, que se puso su vieja armadura abollada y nos recordó que a pesar de todo el vestuario del Tata esconde a un buen número de enormes competidores. Ese 0-0, resultado que nos hace llorar de rabia y sopor desde niños, es algo que deberíamos valorar.

Así llegamos al ecuador de la campaña. Los números igualan a Barça y Atlético: tres partidos entre sí y tres empates; medio centenar de puntos en total. Entre ellos se dirimirá el título: ese tercero en discordia que es el La Banda no tiene ni el hambre de su vecino ni la calidad azulgrana. Sí le sobran ganas, dinero y tentáculos para el Balón de Oro de Cristiano y para esos maravillosos sorteos europeos que deben guiarle a la décima, pero le falta la seriedad de un verdadero aspirante la Liga. Por eso perdió contra sus dos rivales y por eso siete de sus 15 victorias fueron por la mínima, algunas de ellas completamente milagrosas; ya se sabe que la suerte es mala aliada en las competiciones largas.

El asunto queda entre Atleti y Barça. Quedan cinco meses apasionantes para tratar de mantener el ritmo y el principal aliciente estará en ver si vemos a Neymar y Messi volar juntos, espectáculo que se intuye pero que entre las lesiones de uno y la timidez del otro sigue sin llegar. Si finalmente ese infierno se desencadena, es posible que le aguantemos el pulso a Simeone. Los tiempos, ya lo ven, han cambiado: es hora de ser humildes y, a la espera de que Zubi desenfunde al fin su guadaña, estar orgullosos de pelearle el título a un rival con 400 millones menos de presupuesto.