tú y yo somos tres

ZP, el síndrome 'antiaznaritis'

FERRAN MONEGAL

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Que el expresidente Zapatero vaya a La Sexta  es como ir a casa a visitar a la familia. Lo tremendo de esta deseada aparición es que ha acabado irritando a todo quisque, ya sea familiar o simple transeúnte. Ana Pastor se ha encontrado con una criatura parapetada en una especie de absentismo de opinión, un ser instalado en la trinchera de un talante opaco y mal entendido. Me imagino la irritación interior de la entrevistadora ante el constante y apático escapismo de su primer expresidente sentado en el plató de El objetivo. Excepción hecha del tema Catalunya, del que se atrevió a formular un escueto vaticinio («Lo que no puede ser no va a suceder»), del resto de preguntas no contestó ni una. Ana Pastor se esforzaba, le inquiría, le apremiaba, incluso se cuadró en más de una ocasión exigiendo «mójese ». Pero nada.  Ni sobre las consecuencias de la doctrina Parot, ni sobre el caso Faisán, ni sobre la gestión de la crisis por parte del Gobierno de Rajoy, ni sobre los ERES de Andalucía, ni sobre el caso Bárcenas... Nada. La única respuesta de José Luis Rodríguez Zapatero siempre era la misma: «Como expresidente no voy a pronunciarme. Como expresidente no voy a entrar. Como expresidente no es mi papel». ¡Ahh! Los observadores que seguramente había entre bastidores debían estar tirándose de los pelos. Y los correligionarios de su partido más todavía: ni la mas leve crítica a la gestión del PP, o sea, ni un consuelo al que asirse para continuar la lucha en la oposición.

Hombre, viendo por la tele en qué se ha transformado el famoso talante de tan principal criatura política, me atrevo a sugerir que quizá lo que le ocurre es que padece un raro síndrome. El síndrome del expresidente cuya única preocupación y guía de comportamiento es no parecerse a otro expresidente: a José María Aznar López.  En vista de que cada vez que le enfoca una cámara de  tele, el expresidente Aznar lanza unos rapapolvos tremebundos, incluso contra los suyos, quizá el también expresidente Zapatero, horrorizado de que le pueda pasar lo mismo, ha desarrollado el síndrome de la antiaznaritis. Y se ha ido, sin querer, hacia el extremo opuesto. Y así nos ha deparado esta decepcionante y vácua aparición televisiva. ¡Ahh! Nosotros, en nuestro humilde pisito, desesperados, acabamos esa noche recurriendo a la música. Pusimos, otra vez, aquel pintoresco pasaje zarzuelero de La del manojo de rosas que dice:  «...vengo al taller y no sé a qué vengo».