Análisis

Se funde el iceberg

ERNEST FOLCH

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En este inmenso iceberg azulgrana que va a la deriva, hay quien insiste en analizar solamente la pequeña e inquietante punta que asoma por la superficie. La enésima debacle en Valladolid, calcada a las anteriores, incluso a las que no han quedado reflejadas en ningún marcador, no trajo nada especialmente novedoso en relación a las precedentes, y por eso es realmente absurdo hacerse el sorprendido ante otra manifestación evidente de la grave enfermedad que desde hace tiempo afecta los órganos vitales no solo del equipo sino del club en general.

El desastre de Zorrilla no es por supuesto ningún accidente circunstancial sino un síntoma, otro más, de una crisis estructural que tiene más que ver con la gestión general del club que no con ninguna decisión deportiva puntual, por muy equivocada que sea. Porque es evidente que una mayoría de jugadores están viviendo una nueva e indisimulada autocomplacencia, como lo es que Martino carece de recursos para enderezar el rumbo de una nave que por cierto se empezó a torcer mucho antes de que él llegara.

Pero seguir analizando los males en este nivel es lo más parecido que hay a taparse los ojos, simplemente porque el entrenador no vino por generación espontánea sino señalado a dedo por un presidente, Rosell, que en el ecuador de su mandato se puso a jugar a secretario técnico: dejó bien claro que el entrenador y Neymar eran apuestas personales suyas, impulsó las injustificadas largas renovaciones de Puyol y Xavi y volvió a confiar en un Zubizarreta al que él mismo había desautorizado y que más allá de la famosa parsimonia con la que ha tratado el eterno fichaje del central, ha visto cómo el mejor portero del mundo se le va delante de sus narices y fue corresponsable de la escandalosa marcha de Thiago al Bayern, que habría podido evitarse simplemente con un par de alineaciones más el pasado año.

Lo más grave es que este encadenamiento de negligencias se han producido en un contexto donde el club, más que reflexionar, ha confundido a los críticos con enemigos y ha dado alas a las teorías conspiranoicas según las cuales aquel Florentino Pérez del que éramos tan amigos cuando nos metían el dedo en el ojo, de repente es el impulsor a la sombra de todas las querellas. Para rematarlo y en plena crisis deportiva, la junta dice ahora que el proyecto más importante de esta legislatura es invertir unos monstruosos 600 millones de euros en una reforma fantasma de un campo que no estaba en ningún programa electoral y de la que solo conoceremos los detalles una vez se haya votado.

En un club que se ha quedado sin presidente, sin capitán, sin portero y casi sin entrenador en escasas semanas, parece un chiste que su gran reto en el horizonte sea renovar unas piedras. Sí, aquel esplendoroso iceberg azulgrana se funde irremediablemente.